Autor : Roberto Restrepo Ramírez

Alias "Chispas" es uno de los personajs de la época de la historia Colombiana, conocida como "La Violencia". A este se le atribuyen al rededor de 592 asesinatos.
El 22 de enero de 2023 se cumplieron 60 años de la muerte de uno de los protagonistas más infelizmente recordados de aquella etapa histórica de Colombia llamada (con iniciales mayúsculas) “La Violencia”, por muchos investigadores de las ciencias sociales. Se trata de Teófilo Rojas Varón, a quien se le conoció con el alias de ‘Chispas’. Fue abatido por el ejército nacional en tierras planas del Quindío, jurisdicción de la vereda La Albania de Calarcá, en la tarde del 22 de enero de 1963. Era natural del municipio de Rovira, departamento del Tolima y de él ha quedado un largo “manifiesto” para regresar a la vida campesina, donde le relata a otro personaje - de aquellas aciagas dos décadas (1946 - 1966) de convulsión en Colombia - los pormenores de su vida.
“La Violencia” azotó con fuerza al país por variadas razones, que la investigación sociológica ha tratado de mostrar como una sinfonía de factores, en los que están presentes varios matices y condiciones muy alteradas de la política de entonces. En el artículo de prensa de El Espectador, titulado “El caso Chispas”, escrito por Johnny Delgado M., y publicado el 19 de junio de 2013, el autor se refiere a los aspectos puntuales relacionados con ´Chispas’, a su muerte y también a esos trozos de la historia que, según él, antecedieron a los sucesos dolorosos, en los que perdieron la vida miles de colombianos y se destrozaron familias enteras por la barbarie. Aquella realidad es el resultado de varios factores que, según él, nos recuerdan los hechos del pasado político. Son ellos “la ascensión al poder de Mariano Ospina Pérez en 1946, la proclamación de Jorge Eliecer Gaitán como jefe del liberalismo en 1947, el inicio de hostilidades contra los campesinos liberales en 1947, especialmente en Norte de Santander, Boyacá y Santander y el asesinato del caudillo liberal”. En ese contexto, el autor también se refiere a ‘Chispas’, cuando siendo todavía un párvulo se enroló en una de las cuadrillas liberales de su localidad de origen, donde había nacido en 1936:
“En el centro del Tolima, cerca de Rovira, surgieron los hermanos Arsenio, Leonidas y Ezequiel Borja. Entre esos campesinos estaba un niño de 12 años llamado Teófilo Rojas, quien huyó luego de ver el asesinato de familiares y vecinos en el caserío Guadualito de Rovira. Era el año de 1950”.
Es en el extenso manifiesto de ‘Chispas’, publicado en su totalidad en el primer tomo de una polémica obra, publicada en julio de 1962, donde el famoso bandolero relata al ‘General Mariachi’ (alias de Jesús María Oviedo) los detalles de los hechos lamentables de su niñez y que motivaron su adhesión al grupo de los Borja, quienes también tenían sus apodos. Eran los nombres comunes de aquellos tiempos y que se registraron con protagonismo en la historia de Colombia. A los Borja se les conocía con el mote de ‘El Lobo’, para Leonidas; y de ‘Córdoba’, para otro de los hermanos, Tiberio, que ‘Chispas’ menciona en el documento.
Las declaraciones de ‘Chispas’ al ‘General Mariachi’ fueron expresadas en el municipio de Planadas, Tolima, en el mes de mayo de 1958 y hacen parte del material que se publicó en ese libro titulado “La violencia en Colombia”, primer tomo, y escrito por el sacerdote German Guzmán Campos y los sociólogos Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna (Carlos Valencia Editores, Bogotá,1988). De paso, se debe mencionar que no cayeron muy bien las apreciaciones teóricas de aquella publicación, en algunos sectores de la sociedad nacional y así lo expresan los autores en la introducción del segundo tomo, que salió a la luz pública a finales de 1963, cuando habían transcurrido unos meses de la muerte de ‘Chispas’.
El contenido descarnado que los tres autores presentan en los dos tomos, independientemente de las opiniones de muchos sectores de la vida social y política de Colombia de la década de los años 60 del siglo XX, que se sintieron aludidos y maltratados en el texto; no niega la realidad que se atribuye hoy, con análisis crítico, a lo que se piensa aconteció con la infancia y maltratada adolescencia de ‘Chispas’ y otros niños del conflicto colombiano. Esto se mencionó en dos párrafos del capítulo relacionado con Teófilo Rojas Varón:
“... ‘Chispas’ comandó una cuadrilla de 65 elementos, todos demasiado jóvenes, teniendo como segundos a ‘Triunfo’ y ‘Kairús’. Fue la temible cuadrilla que azotó las regiones de Playarrica, Rovira, Ibagué, San Bernardo, La China, El Salado, La Osera, Laureles, Cocora, Riomanso, Anaime, Génova, Pijao, Calarcá, Córdoba y que anduvo por Dolores y el sur del Tolima, haciéndose famosa por los asaltos de los buses de línea “.
En el segundo párrafo se es más analítico:
“... ‘Chispas’ es el prototipo de la juventud victimada por la violencia: es la secuela fatal que nos quedó. Como él hay miles, no así de contagiados, pero ciertamente esperando una labor de regeneración que no da tregua y que no se está haciendo. La juventud que tuvo por escolaridad diez años de crimen, analfabetas absolutos, contaminados por todas las lacras físicas y morales, lesionados psíquicos, antisociales iniciados, ese es el máximo problema y el más urticante que nos dejó la violencia”.
En el Quindío, ‘Chispas’ es tristemente recordado. En especial, por un asesinato repudiado, en la humanidad de un compositor musical de Caldas, que para entonces era el director del Conservatorio de Música. Era el cultor Ramón Cardona Jaramillo, quien se trasladaba en bus por la carretera de La Línea, procedente de Ibagué y en viaje de regreso a la capital de Caldas. Aquel fatídico día, el 28 de junio de 1959, dos de los subordinados de ‘Chispas’, los conocidos con los apodos de ‘Franqueza’ y ‘Triunfo’, estaban esperando, resguardados al bordo de la carretera, al político conservador Jorge Leyva quien, presumían ellos, pasaría en un vehículo con dirección a Calarcá. Los bandoleros se confundieron y detuvieron el bus donde iban el maestro Ramón Cardona y sus alumnos, todos integrantes de la orquesta sinfónica. Al preguntar sobre su identidad y pronunciar el maestro su condición de director del Conservatorio de Caldas, los integrantes de la cuadrilla de ‘Chispas’ lo relacionaron con el partido Conservador. Una confusión semántica que le produjo su ejecución en plena carretera. Un hecho lamentable, atribuido al accionar de ‘Chispas’ y que aceleró la ofensiva de los organismos del Estado, que ya ofrecían recompensa por su captura.
Un hecho repudiado también en Calarcá, donde su concejo municipal expidió la resolución número 19 del 30 de junio, honrando la memoria de tres prestantes ciudadanos con la consideración de “que el día 28 de los corrientes, en las primeras horas de la noche, perdieron la vida en alevoso atentado cometido por depravados criminales los señores Ramón Cardona, director del Conservatorio de Música de Caldas; Mario Laverde Dávila, secretario general de la alcaldía de la ciudad; Luis Baena Jaramillo, oficial mayor de la misma oficina municipal y otros ciudadanos...”.
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El Licenciado en Filosofía y Letras Carlos Miguel Ortiz Sarmiento, en su obra titulada “Estado y subversión en Colombia” (Cider y Fondo Editorial CEREC, Bogotá,1985), se refiere a ‘Chispas’ en un capítulo muy especial, el que alude al tratamiento de leyenda que alcanzan los miembros de la cuadrillas y guerrilleros, algo de lo que no se escapa ‘Chispas’, cuando se mencionan hechos de su vida delictiva. En un fragmento de la obra se refiere a otro municipio del Quindío donde accionó el personaje:
“...En la ocasión (1955) en que ‘Chispas’ se tomó con sus hombres el corregimiento de Córdoba, que se ubicaba dentro de su territorio rural controlado, una anciana salió a su encuentro con un ramo de flores repitiendo el histórico gesto de la biografía del Libertador Bolívar, aprendido por los niños en las escuelas (‘Chispas’ como Bolívar había entrado a caballo); es en esa dimensión de la analogía que las gentes de Córdoba relatan el hecho”.
Del personaje también se comentan otros hechos históricos y anecdóticos. Se le atribuyen aproximadamente 592 asesinatos. Un decreto eclesiástico le impidió ser sepultado en el cementerio católico y por eso sus restos fueron enterrados en el muladar, el lugar anexo donde en aquella época se enterraban a los suicidas y otros excluidos, además de haber sido excomulgado. Se sabe que, en 1962, fue visitado por una famosa periodista finlandesa, llamada Helina Rautavaara, con quien se fotografió. La delación de un fondero de La Albania, padre de la mujer que acompañaba a ‘Chispas’ en el momento de su muerte, fue útil en su localización, en aquel atardecer del 22 de enero. Se cuenta también “que llevaba siete anillos de dedos de sus amantes y víctimas” y que portaba en uno de sus bolsillos la foto del Che Guevara.
Relatos y menciones - tal vez algunas de fantasía - sobre ‘Chispas’, el cuadrillero a quien el historiador caldense Albeiro Valencia Llano llama “el protector de los oprimidos”, en un excelente artículo escrito y publicado en EJE 21, en febrero de 2013 y donde se relata con sentido crítico el proceder del personaje.
A la de ‘Chispas’ le siguieron las muertes de otros bandoleros, también propinadas por el ejército. Melco Camacho, el 21 de marzo de 1963. Arcadio Ruiz ‘Cenizas’, el 19 de mayo del mismo año. En 1964, el 17 de marzo fue ultimado Wiliam Ángel Aranguren, más conocido como ‘Desquite’. ‘Sangrenegra’, con nombre de pila Jacinto Cruz Usma, el 27 de abril de ese mismo año. Y el famoso Efraín González, en el sur de Bogotá, en un increíble operativo, en 1965.
Con la muerte de estos personajes - y acudiendo a uno de los fragmentos del columnista Johnny Delgado - podemos decir que no se resolvió la problemática social. Lo traigo en mención: “Como el bandolerismo no era la causa de los males, sino el resultado de los conflictos no resueltos, la tragedia colombiana continuó hasta llegar al presente”.