
Adriana Paola Rojas y el quindiano VÃctor Hugo Andrade.
El quindiano Víctor Hugo Andrade Quiroga perdió la vida en un accidente vial en Bogotá.
“Era una calidad de persona, locuaz, amiguero, se ganaba fácilmente el cariño de la gente y una muestra de ello fue la multitud que lo despidió en su velorio en la funeraria Renacer de Armenia el pasado 21 de mayo”.
Así se refirió Víctor Polo Andrade sobre su hijo, el armenio Víctor Hugo Andrade Quiroga, quien murió junto a su esposa, Adriana Paola Rojas Contreras, en un accidente de tránsito ocurrido el pasado 19 de mayo en Bogotá.
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Polo Andrade reveló que antes de que ocurriera la tragedia, la pareja estuvo en Fomeque, Cundinamarca, donde compartieron con la familia de la mujer, quien era oriunda de ese municipio, donde también la sepultaron.
Un medio escrito capitalino reveló que el siniestro ocurrió a las 4:50 de la tarde, cuando los novios se movilizaban en una motocicleta por la carrera 5 con calle 6 del barrio Centro Administrativo de la localidad de Candelaria y, por motivos que son investigados por las autoridades de tránsito, chocaron contra la parte trasera de un bus de servicio público de la empresa Transfontibon.
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A la pareja, que llevaba cinco años de noviazgo, la trasladaron al hospital Santa Clara, pero los médicos poco pudieron hacer contra las lesiones que ambos sufrieron y que finalmente apagaron sus existencias.
Vivían juntos y juntos murieron
El quindiano víctima, de 32 años de edad, vivió los primeros años de su vida en el barrio Zuldemayda de la capital quindiana, pero pasó más de 26 anualidades en la segunda etapa del barrio Rojas Pinilla de la misma ciudad, reveló su padre.
Añadió que su hijo estudió criminalística en el Instituto Técnico y por mucho tiempo fue voluntario de la Defensa Civil. Además, hizo una pasantía de tres años con la Fiscalía en Armenia. Llevaba 7 años residenciado en Bogotá, donde se ganaba la vida como guarda de seguridad.
“Soñaba con seguir estudiando en el Sena para ascender dentro de la misma empresa”, reveló el adolorido progenitor, al tiempo que recordó que ayer se cumplieron ocho días de haberlo sepultado.
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Con su muerte accidental, una niña, de 10 años de edad, quedó huérfana de padre.
Rojas Contreras, la pareja del quindiano, tenía 34 años de vida y laboraba en una cadena nacional de droguerías.
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Se había graduado como regente de farmacia a finales del año pasado y estaba a la espera de un ascenso laboral que se vio frustrado por este desastre, detalló Polo Andrade.
“Ella era una magnífica mujer, tenía un gran corazón y era muy dedicada a su familia”, rememoró el hombre
Por último, agradeció a todas las personas que lo acompañaron a él y demás familiares, en este momento tan difícil de sus vidas con sus manifestaciones de condolencia y con su presencia para darle el último adiós a su hijo.
Redacción
LA CRÓNICA