Quindío / SEPTIEMBRE 21 DE 2023 / 2 meses antes

Guardianes de la noche: una crónica de fin de semana

Autor : Mariana Alejandra Muñoz Güiza y María Alejandra Torres Manjarrez, estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad La Gran Colombia de Armenia

Guardianes de la noche: una crónica de fin de semana

Un recorrido con la Policía Nacional que incluyó captura, cierre de establecimientos y hasta la intervención en una pelea de una madre porque la novia de su hijo le doblaba la edad.

A medida que el atardecer se desvanecía sobre Armenia, el paisaje urbano se transformaba, las luces comenzaban a brillar como luciérnagas gigantes, no era una noche cualquiera en la capital del Quindío, a pesar de ser un día laborable, las calles tenían una efervescencia particular, la ciudad se preparaba para una noche de festividad, Colombia estaba a un día de la celebración de Amor y Amistad.

La noche apenas empezaba, las calles y edificios se envolvían en una atmósfera de anticipación y energía latente, las luces de neón parpadeaban, pintando destellos de color en las fachadas de bares y locales.

El eco de las risas y murmullos se elevaba en la brisa nocturna, mezclándose con el suave susurro de conversaciones animadas. A medida que el reloj avanzaba, las aceras se llenaban de una multitud ecléctica: jóvenes rebosantes de vitalidad, parejas tomadas de la mano y grupos de amigos que buscaban el refugio de la noche para dejar atrás las preocupaciones de la semana.  Las luces de los autos destellaban en una danza rítmica sobre el asfalto, reflejando el pulso constante de la ciudad en movimiento.

En el centro de esta efervescencia, los policías patrullaban con miradas, alertas y pasos decididos, navegando entre la corriente de la noche.

El turno de las dos de la tarde a las diez de la noche estaba por terminar y los policías ya tenían un encargo por realizar, el cierre de un bar en la Avenida Bolívar, la llamada “peatonal de la Uniquindío”. Pues el bar, al parecer, no contaba con los documentos en regla. 

9:15 p. m.

El dueño del primer sitio tenía un comportamiento tranquilo al momento del ingreso de los policías, sin embargo, estuvo reclamando y pidiendo explicaciones sobre el porqué del cierre. Sobre la barra del bar Yulieth, la subteniente encargada de realizar el cierre de dos establecimientos en la zona, les explicaba su falta de documentos en regla y la normatividad por la cual se procedió a realizar el comparendo y la orden del cierre por diez días.

9:45 p. m.

A 15 minutos de terminar su turno, los uniformados se dirigen a la Estación de Policía La Isabela por la avenida 19. Cada sombra y sonido son motivo de atención, cada rincón puede ocultar un secreto. Los policías avanzaban con determinación, conscientes de que la noche guarda sus propios enigmas.

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9:55 p. m.

Al llegar a la estación entregan turno y proceden a cambiar la patrulla con sus colegas policías, la subteniente Angie es ahora la encargada de toda la zona que cubre el centro de atención inmediata constitución (CAI), se movilizaron al mismo punto al que habían pedido apoyo para el cierre de los establecimientos. En la avenida Bolívar los bares y restaurantes estaban en su apogeo. Las risas, los brindis y la música salían efusivamente de los locales, pero en la periferia, los policías se mantenían alerta, vigilando que la fiesta no se descontrolara o que algún oportunista no intentara aprovecharse de la distracción colectiva.

10:19 p. m.

Entre tanto, un radio de Policía comunicó una disputa en un barrio popular al sur de la ciudad. La patrulla se desplazaba con rapidez, pero teniendo inconvenientes en el camino, a causa de que tenía la sirena dañada, así que la subteniente Angie hace una llamada de emergencia avisando al CAI de Fundadores, que era por donde se aproximaban a pasar, para que le abrieran paso, pues había gran flujo de carros.

Al escuchar el llamado con tanta rapidez y de emergencia de la subteniente, mandaron el apoyo de dos patrulleros motorizados. La sirena que los acompañaba llegó emitiendo un sonido agudo y penetrante que cortaba el aire con urgencia. Su tono intermitente y fuerte se expande con rapidez, alertando a todos en su radio de alcance, un llamado insistente que demanda atención y acción inmediata.

10:28 p. m.

En un periodo de 10 minutos la patrulla llegó al lugar de los hechos, encontrándose con una acalorada riña entre policías del CAI del barrio Santander y la comunidad del sector. Algunas personas que presenciaron la riña opinaban sobre la escandalosa escena que se había presentado y miraban de una manera no grata a los policías. De repente, a través del radio de la subteniente Angie Tatiana inició un tono agudo y distintivo, seguido de la voz de un oficial fuerte y clara transmitiendo que necesitaba apoyo del cuadrante, pues en el parque principal del barrio al parecer se presentaba un caso de violencia intrafamiliar, los protagonistas de esta escena eran una mujer con una mirada retadora hacia quien al parecer sería la novia muy mayor de su hijo, un joven de 15 años.

11:20 p. m.

La subteniente Angie y el patrullero Daniel se dirigieron al CAI constitución, ya que esa noche la comunidad católica de Emaús estaba realizando una actividad llamada “Yo cuido a quién me cuida”, solicitada por el teniente coronel Rodrigo Ramírez Polanco, donde se realiza un reconocimiento a los policías, de apoyo y motivación, como muestra de afecto por la comunidad, para incentivarlos a que realicen de una manera satisfactoria su trabajo. 

12:12 a. m.

Durante el tiempo que la patrulla se movía hacia las zonas más vulnerables de la ciudad, el ambiente cambiaba. Las luces de las calles eran más tenues, y el silencio era más profundo, solo interrumpido por el ocasional ladrido de un perro o el ruido que pueda hacer algún habitante de calle. Aquí la tarea de la Policía era asegurarse de que todo estuviera en control y orden.

Minutos después de recorrer la zona en su jurisdicción, los uniformados llegaron a la calle 16 carrera 18 Centro Administrativo Municipal (CAM), un lugar en donde los olores forman una mezcla peculiar que cuenta la historia de vida; el olor a sudor y esfuerzo físico se entremezcla con la fragancia de perfumes baratos, el aroma del alcohol y drogas varias que flotan por el aire, mostrando la complejidad de la vida urbana.

La Policía Nacional realizó requisas a algunas trabajadoras sexuales, habitantes de calle y personas del común que se encontraban en esta zona, donde la crueldad y la amargura de los individuos que no encuentran dónde refugiarse, se enfrascan en la felicidad artificial que por un momento les ofrece este sector.

12:20 a. m.

La llegada a Los Álamos es inquietante, el silencio absoluto de la noche no tiene comparación al movimiento que tiene este barrio en el día. La patrulla se estacionó al frente de un lugar conocido como ‘amanecedero’ clandestino, se encuentran dos patrullas más con algunos agentes de la Policía que serían los encargados de realizar la requisa en el establecimiento, mientras al otro lado de la calle dos policías llevaban a cabo un registro a un ciudadano.

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1:11 a. m.

La llegada a la calle 19 carrera 13 número 12. El llamado a la subteniente Angie fue para atender la agresión hacia una mujer en un conocido café-bar,  donde, al parecer, el agresor era un funcionario de la Fiscalía, las personas que allí estaban celebrando la llegada de Amor y Amistad, además de esto, aprovechando que era quincena, se encontraban disgustados con el sujeto y exclamaban diferentes tipos de insultos como “Guache” “Patán” y “llévenlo a la cárcel” los policías realizaron lo propio para capturarlo y llevarlo al CAI Constitución donde tomarían acciones legales.

2 a. m.

En la oscura tela de la noche, el patrullaje se convierte en un hilo vital que mantiene unida la comunidad. Los policías, guardianes silenciosos de las calles adormecidas, se erigen como baluartes contra el caos y la discordia. Su presencia marca la diferencia; dos establecimientos cerrados, una intervención valiente a una situación de violencia intrafamiliar, y la respuesta firme ante el desacato a la ley.

Entre sombras, también brillan los buenos actos de la comunidad, la solidaridad que se tejía en gestos simples, pero poderosos, un vaso de café en medio de la patrulla, una palabra de agradecimiento, una oración resuena en el silencio de la noche. 

El patrullaje nocturno es la esencia misma de la adrenalina o la tranquilidad. Los policías son héroes anónimos bajo la luz de la luna, merecen no solo la gratitud, sino también el apoyo y comprensión. Su labor es una sinfonía en la noche, una sinfonía de orden, seguridad y comunidad.


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