Con 33 mujeres, 2 hombres y un niño en pasarela, pero más de 1.200 familias beneficiadas, la fundación Lazo Rosa celebró 10 años dando vida.

El centro de convenciones estaba colmado de quindianos, expectantes todos por la que se había anunciado como una pasarela por la vida. Tras escena, más de 20 valientes, la mayoría mujeres, ansiosos por salir a desfilar, bellamente trajeados por el diseñador quindiano Hosiel Giraldo. Cuando llegó el turno, caminaron con entusiasmo, agitaron sus manos, mandaron besos, sonrieron y agradecieron; tienen cáncer, pero aquella noche no parecían personas portadoras de tan intimidante enfermedad. Caminar por tan azarosa ruta, sin desfallecer, ha sido posible gracias, entre otros factores, al acompañamiento que han recibido de la fundación Lazo Rosa que les ha demostrado que, aunque el cáncer puede tener un desenlace fatal, no es sinónimo a rajatabla de muerte.
Andrea, Jenifer, Alba Cristina, María Elena, María Lucero, Sonia, Leandra y su hijo Nicolás, junto a más de veinte personas, todas con cáncer, el jueves pasado en la noche dieron ese grito de batalla, optimistas por esa mano amiga en la que se ha convertido Lazo Rosa. Pronto, si continúan por esa senda y con fe, estarán dando un grito de victoria. Para estas personas y sus familias el mejor deseo de una pronta recuperación y que venga rápido el día en que puedan ver esta etapa de sus vidas como una prueba superada. Para que eso ocurra es fundamental el apoyo de los familiares. Cuando un paciente es diagnosticado con cáncer, es la familia la que resulta afectada por la enfermedad y si juntos afrontan la prueba tienen más posibilidad de superarla.
Hay que aplaudir la labor de la fundación que lidera Julieth Tejada, una sobreviviente que adoptó como proyecto de vida invitar a la prevención, proponer que cada cual se toque para que el cáncer no lo toque. El cáncer, como se ha repetido incansablemente, es curable si se detecta oportunamente. Por eso, además de acompañar pacientes diagnosticados con cáncer, Lazo Rosa decidió llevar el mensaje de prevención y promoción de la enfermedad a través de una conferencia que han escuchado casi 7.000 personas. Este llamado a la prevención debe tener eco en la institucionalidad, para que sea parte de la misionalidad de gobierno; también en escuelas, colegios y universidades, para que se entienda que la palabra cáncer se debe pronunciar con naturalidad y que hacerlo no es premonición de tragedia.
También en la sala de la casa hay que hablar de la enfermedad. Cualquier persona, hombre o mujer, niño, joven o adulto puede ser diagnosticado y el silencio no es ni medicina ni mucho menos inmunidad. Cuando un miembro de la familia se enferma, todos se enferman y todos se pueden aliviar y salir adelante. Si el jueves pasado mujeres de diferentes edades y ocupaciones, diagnosticadas con cáncer, desfilaron por la pasarela por la vida que organizó Lazo Rosa para celebrar 10 años de labores, seguras y optimistas, frente a cientos de personas, es porque han contado con abrigo familiar, tienen fe y han sentido el afecto y escuchado el consejo de una fundación que pareciera tener la fuerza sanadora de la más potente quimioterapia.