Opinión / NOVIEMBRE 20 DE 2020

Coronavirus y ambiente

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Un virus recorre el mundo con efectos devastadores sobre los humanos y sin fronteras de ninguna especie. Su origen geográfico parece fuera de duda. Su origen en animales no humanos es muy probable y su modo de transmisión a nuestra especie aún se discute. 

Si bien la ocurrencia de pandemias no es nueva en la historia de la humanidad, esta tiene la particularidad de su veloz e imparable transmisión global. Pero, ¿por qué recordar algo de sobra conocido y pretender ponerlo en correspondencia con el ambiente? 

El ambiente o medio ambiente, es en lo fundamental una relación: la del ser humano en tanto ser social con la naturaleza, los modos de actuación humana sobre los entornos y las formas de respuesta de la naturaleza. Aquí, un hecho palmario es nuestra actuación invasiva y controladora sobre las diversas especies animales no humanas; grave y complejo problema, muy estudiado, pero generalmente desatendido por todos.

En cuanto a las respuestas que la naturaleza ofrece a nuestras acciones invasivas, han sido claramente percibidas y difundidas por científicos, académicos y amplios sectores de la sociedad civil, con datos e información contundentes como los relativos al calentamiento global, a la destrucción de la capa de ozono, al fenómeno conocido como lluvia ácida, entre otros. Sin embargo, en esta situación pandemia, es sobrecogedora nuestra fragilidad y total impotencia ante la acción de un agente microscópico, pero letalmente destructivo de personas y economías, de hábitos y costumbres, sin distingo alguno. 

Y en este contexto tan dramático, resulta sorprendente observar los hechos ampliamente documentados en imágenes de televisión y redes sociales, de cómo el encierro forzoso de este ser insaciable e inescrupuloso que es el hombre, ha constituido un pequeño alivio para la golpeada naturaleza que ha permitido ver los cielos más claros, las aguas más puras, los verdes más intensos, observar de cerca animales regularmente ariscos. No obstante, esa claridad, esa pureza y esa verdura ¿perdurarán mucho tiempo? 

Aquí el problema de fondo es el sistema económico, hábitos consumistas y la incontenible acción colonizadora humana; pero siempre cabe un llamado a ponderar nuestra relación con una naturaleza respecto de la cual queremos seguir actuando como amos y señores, precisamente en el momento en que un ser microscópico nos pone a tambalear. Es muy difícil cambiar mentalidades y neutralizar las acciones de los aparatos e intereses económicos que tienen, a la naturaleza y sus mal llamados recursos, como objetivos de sus actividades productivas, pero es posible soñar en el alcance de nuestra acción personal y cotidiana, de tal forma que ayude a conjurar una crisis ambiental global que, sin lugar a dudas, se encuentra ‘a la vuelta de la esquina’.
 


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