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La industria de la adivinación, de la brujería y en general del esoterismo, es un fenómeno en auge creciente en el mundo moderno. Los medios de comunicación, la publicidad y ante todo la ingenuidad y el bajo nivel educativo de una buena parte de nuestra población, han constituido factores fundamentales en esta realidad indiscutible. El diario El Tiempo publicó esta semana dos informes sobre este tema específico para la capital del País, donde el negocio mueve cada día mayores sumas de dinero, aplicable a la mayoría de ciudades del mundo. Se trata de una clientela incauta más preocupada por saber lo que será de su futuro, antes que preocuparse por un mejor presente, pero acudiendo a medios en los cuales generalmente encuentra mayor frustración y la agudización de sus problemas. Algunas sectas fundamentalistas, aprovechan incluso para sembrar terrorismo entre sus seguidores no menos ingenuos, manifestándoles muchos fenómenos naturales, sociales, económicos o culturales para hacerles creer que el fin de los tiempos es inminente y que deben renunciar a todo lo material para seguramente entregarlo a ellos. ¿Y será que para ellos no es ese final o será que pretenden alzarse para la eternidad con todos los bienes materiales de los demás?Es que en realidad, lo que en el fondo más nos inquieta, es la pérdida de nuestro propio mundo, de nuestras relaciones sociales, familiares, sentimentales, laborales y en general de todo lo que nos da la seguridad de un supervivencia. Olvidamos que por encima de todo ello, Jesús, nos ofrece y de hecho nos otorga la máxima seguridad, cuando nos dice: No teman, pues yo estaré con Uds. todos los días de su vida, hasta el fin del mundo”. Solo nos pide que perseveremos, que no nos desesperemos, ni nos dejemos engañar de esos falsos profetas, disfrazados de falsos adivinos, de brujos, de salvadores que lo único que buscan es explotar al débil y vulnerable. Es que somos nosotros quienes nos apartamos de El y buscamos los mecanismos menos recomendables, hasta llegar al desespero cuando las puertas se van cerrando y los problemas se van agudizando. Baste recordar el caso registrado en días pasados cuando una mujer murió a raíz de las prácticas y sustancias consumidas en un ritual de adivinación y sanación esotérica.
Es necesario entonces que recuperemos la fe en el ser que nos dio la vida, que la protege y que nos da la seguridad de un futuro cada vez mejor, aplicando sus enseñanzas y sembrando la esperanza en quienes la han perdido, mediante la práctica del amor, de la sana convivencia, de la solidaridad. Solo Dios conoce a perfección nuestro futuro, el único que nos puede ofrecer una radiografía de nuestra vida, el único que sabe cuándo terminará nuestro mundo acá en la tierra y cuando será el final de los tiempos. Vivamos en su compañía con la paz y la tranquilidad que nos brinda, como si fuera nuestro final, sin angustias porque tenemos la seguridad del deber cumplido. Jesús es nuestro verdadero y auténtico futuro. La liturgia de hoy no nos amenaza con el fin del mundo, sino un llamado a vivir con esperanza y con fe el presente. A perseverar en la práctica de la virtud.
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