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Similar al caso de Juan Manuel Santos cuando en su momento, siendo presidente, declaró a su entonces homólogo de Venezuela Hugo Chávez como su “nuevo mejor amigo”, es que Gustavo Petro haya declarado a Nicolás Maduro con similar calificativo, pues no de otra manera se explica tanta cercanía con él, cuando en menos de ocho meses de gestión presidencial lo ha visitado en cuatro oportunidades.
En la vida he aprendido que uno debe rodearse de personas que le aporten algo positivo a su actividad profesional, personal y social. De ahí surge la pregunta sobre lo que pueda encontrar el presidente Petro en una persona que tiene a Venezuela, recibido de Chávez diez años atrás, de ser uno de los más ricos de Latinoamérica, al más pobre, junto a Haití, con una economía colapsada. ¿Será que quiere aprender de él sus estrategias dictatoriales para aplicarlas en nuestro país? Nada de raro que así busque reaccionar frente a lo que está sucediendo con sus fallidos intentos de imponer reformas introduciendo micos que por fortuna han sido denunciados y atajados por quienes si defienden la democracia y la Constitución vigente.
Pregunto qué le puede aportar un individuo como Maduro a nuestro país, con el balance tan triste que presenta con el suyo y que con buen detalle registró esta semana en su columna de El Colombiano Andrés Oppenheimer, calificándola como “aún más desastrosa de lo que mucha gente piensa”, según estas cifras: Desplome de su producto interno bruto de 350 mil millones de dólares en 2013 a 60 millones de hoy, según la consultora Ecoanalítica con sede en Caracas, caída del 83%. Pobreza disparada del 40 % en el mismo año al 94 %, según Encuesta Encovi de hogares venezolanos, superando la de Haití, con sus realizadores las Universidades Católica Andrés Bello, Central de Venezuela y Simón Bolívar. Tasa de inflación aumentada en 350 % anual, sobre el 53 % del 2013, según Ecoanalítica. Sueldo de empleados públicos 11 dólares mensuales que llega a 30 con los alimentos que reciben del gobierno. Producción de petróleo bajó de 2.5 millones de barriles diarios a unos 690.000 barriles de hoy, según la OPEP. Tráfico de drogas, extracción ilícita de petróleo y otras actividades ilegales, representan el 2 % del PIB, según Transparencia de Venezuela, grupo de expertos en anticorrupción. Más de 8.200 venezolanos muertos en ejecuciones extrajudiciales a manos de los escuadrones de la muerte entre 2015 y 2017, según Amnistía Internacional. Investigación de la éorte penal internacional por presuntos crímenes de lesa humanidad contra Maduro. Éxodo de más de 7.2 millones de venezolanos, según Naciones Unidas.
¿Qué persigue entonces Petro en un personaje con tan oscuro panorama como presidente del hermano país, gastándole tanto tiempo y energías mientras en el nuestro, grupos ilegales tienen azotadas diferentes regiones frente a su débil reacción y desmotivación a que tiene sometida a nuestra fuerza pública?