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Aquella mañana, Diego se levantó temprano, y empezó a empacar sus cosas para el paseo, en un líchigo de fique que le había regalado la abuela, que no ha querido botar, a pesar de estar manchado con orines de cucaracha, y sangre de pollo.
Empacó unas papeletas que le sobraron del día de las velitas, una libra de salchichón que le regaló el tendero de la esquina, y una gruesa de bombas de caucho, que le había regalado una vecina gringa, para que les tirara a los otros niños cuando se armara la recocha.
El presidente de la junta de acción comunal, don Iván, había organizado el paseo, como premio al trabajo comunal de los buenos vecinos, pero como la junta no tenía presupuesto para paseos, se inventaron el cuento de que tenían que ir a hacerle mantenimiento a la reserva forestal de la tierra caliente, al otro lado de la ciudad.
Para evitar las habladurías, invitaron a los dueños del equipo de perifoneo, a la vicepresidenta de la junta, a los vecinos más cercanos, con sus hijos, y a Dieguito por ser el muchacho más belicoso, que se había distinguido por ser el defensor de los niños en una época cercana.
Para disimular el paseo al lago, la chiva de los paseos fue acondicionada con dibujos alusivos al medio ambiente, y la bautizaron Air Bus barrial por la defensa planeta. El presidente de la junta hizo parada en un balneario, donde proclamaron, la creación de los grupos, las tortugas ninjas medioambientales, los cazadores del humo de los carros viejos, y la liga de los héroes contra el cambio climático.
Recogieron fondos para su noble causa y los gastaron en juegos de agua, en lanchas voladoras, y en equipos de buceo. Al cuarto día del paseo, los vecinos del barrio empezaron a preguntarse con qué plata había organizado el viaje don Iván, y descubrieron, que habían empeñado la maquinaria con que arreglaban las calles, vendido una reserva de cemento para la pavimentación, y unas canecas de petróleo.
Mientras en el barrio se armaron las manifestaciones por el malgasto del dinero que habían recogido en bailes populares, Dieguito, que era el más bochinchero, se fue a insultar a don All Bahjar, presidente de la acción comunal del lago donde paseaban, le mostró el salchichón en una forma obscena, y lo tildó de enemigo. Lo que pasó de ahí en adelante, no es de contar, All Bahjar, se sintió ofendido y reunió a todos los habitantes de la región, y declaró personas no gratas a don Iván y a su séquito de paseantes.
Solo después de mucho rogarle don Iván, el señor All Bahjar, los dejó montarse en el Air Bus Barrial, y cuando regresaron al barrio, se difundió la noticia, que habían hecho un mantenimiento perfecto a la reserva de la tierra caliente. Los perifoneadores se encargaron de que la mentira fuera tomada como una verdad. Para celebrar, derribaron un árbol para sacar leña para un sancocho.