Las opiniones expresadas por los columnistas son de su total y absoluta responsabilidad personal, no compromete la línea editorial ni periodística de LA CRÓNICA S. A. S.
La irracionalidad del hombre parece insuperable; vivimos un mundo que abraza al que más balazos dé, al que más intrigue, al que más plata tenga, a los mensajeros de la muerte. Veo al hombre como lo vio Neruda, navegando en el vacío de las cosas, ahogado en sus propias miserias intestinales, camuflado por un perfume de Coco Chanel. A veces me canso de ser hombre, y quisiera ser civilizado como los animales.
Hoy el mundo se mira a través de un balón, y los goles acallan el llanto de dolor de las esposas y madres de 6.500 hombres que murieron de hambre y calor en la construcción de los hermosos estadios cataríes. Los goles en Catar invisibilizan los grito de dolor, en Ucrania, en Yemen, en Jordania, el llanto ahogado de miles de negros subsaharianos en el hermoso mediterráneo de Serrat. Las luces de Navidad y la risa de Papá Noel esconden el hambre de los niños en las calles de Bogotá y New York, y el mefítico olor en los prostíbulos de París y Amsterdam, donde miles de mujeres desechadas de la esperanza sienten saqueada su rosa sexual por los piratas del sexo pagado.
Cómo no voy a cansarme de vivir en un submundo como el colombiano, donde la reina de la industria del entretenimiento es una pálida mujer, “embellecida” por un pagado bisturí, mujer que ultraja sin piedad la sensibilidad de toda una raza, menoscaba al género humano y ennoblece el insulto y la grosería, comparando a una mujer negra con un simio y, gracias a la fuerza del dinero, una cadena televisiva la premia convirtiéndola en ídolo en un horario triple A, mientras el mundo condena y castiga el racismo.
Me siento como Neruda, navegando en aguas de ceniza, en un mundo absurdo, en una Colombia absurda, donde reina el hambre y la miseria, el dinero fácil y la corrupción, donde impera el narcotráfico y el tráfico humano, y donde el hijo de Juana no tiene las mismas posibilidades del hijo de María Fernanda, pero no por sus capacidades, sino por su desnivel social. Me siento absurdo y cansado de vivir en un mundo donde a una caterva de seudointelectuales, atrincherados en las redes y los medios, amparados por las banderas del odio, no les alcanza su inteligencia para entender que lo único que quiere el presidente es un país mejor, con un poco de justicia social.
La humanidad ha perdido miles de años de evolución, desde la barbarie hasta la humanización, regresando a la barbarie. Eduardo García Aguilar, el gran poeta manizaleño, es enfático “Wall street, vistes de gala en el sepelio del hombre americano” pero el poeta retoma la esperanza, y hago míos sus versos “Wall street, porquería de gusanos, tus manos poderosas no tendrán la fuerza para sostener tu empire”. Estoy cansado de ser hombre, pero me alienta la esperanza, creo en el poder del pueblo y me mantiene viv, la amistad de mis amigos y el amor de quienes amo.