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Lo que mal se planea, tiene que salir mal, manifiesta el actual gobernador de Caldas, Luis Carlos Velásquez Cardona, al hacer referencia en columna publicada en el diario La Patria de Manizales el pasado 28 de noviembre, al proceso adelantado con Autopistas del Café, rubricada en su titular como “una obra con sabor amargo”.
Según el gobernante, la obra ha generado algunas inquietudes en los tres mandatarios regionales cada vez que se reúnen, al concluir que la iniciativa se ha convertido en una gran frustración para la región, teniendo en cuenta que a la firma del contrato de Concesión 113/1997 con la firma Odinsa por parte de la ANI Agencia Nacional de Infraestructura, siendo presidente Ernesto Samper de tan ingrata recordación, se aseguró que la obra que uniría las 3 capitales del Eje Cafetero tendría un costo de $175 mil millones, con 90 kilómetros nuevos, rehabilitación de 147 y duración de 30 meses para su ejecución.
Asegura el gobernador caldense: “No creo que exista en el país una obra que haya tenido tantos otrosíes, tantos plazos ampliados, tantos aportes de los gobiernos de turno, como Autopistas del Café. Es una obra que debió haberse terminado hace muchos años”.
Se queja de la hostilidad hacia Caldas por parte de quien viene liderando la empresa concesionaria, sin considerar que de los 7 peajes -sobre 3 que en principio se habían contemplado, lo que califica como la mayor mentira-, 5 son pagados por caldenses, sin mayor reciprocidad hacia su comarca.
Recuerda además las palabras del encuestador Nacional, César Caballero, el 28 de abril/2008 en La Patria, respecto al mismo tema: “Cuando por fin finalicen la obra, la firma concesionaria cobrará por 20 años los 6 peajes para recuperar los costos de este proyecto que se demorará al menos 12 años en construir. Es decir, una concesión de por lo menos 32 años para construir 90 kilómetros y reparar 147 kilómetros. Francamente vergonzoso”.
Después de 14 años, aun no se ha terminado el proceso, continúan haciendo estudios y diseños para obras que ya deberían estar terminadas, otras que requieren ser rectificadas en unos casos o corregidas en otros, pues algunos tramos presentan curvas de 30 años atrás que impiden acortar las distancias como debió ser uno de los objetivos de la obra.
Destaca también que es Pereira la más afectada por los cuellos de botellas que genera el tráfico pesado. Tampoco la doble calzada Santa Rosa-Chinchiná ha sido terminada pese a contar con el peaje de Tarapacá. Y se queja finalmente el gobernador de Caldas que no han encontrado eco en sus legítimas peticiones, aduciendo siempre, “falta de recursos”.
Con tales antecedentes, no entiendo la razón por la cual tanto Odinsa, utilizando otra razón social, pretende obtener la concesión de la doble calzada La Paila-Calarcá y menos aún que exista tanto interés de parte de la ANI y del ministerio de Transporte por seleccionarla por encima de la firma Bicentenario que contaba con la prioridad, pero que con base en argumentos sin fundamento legal alguno, se han ingeniado las triquiñuelas para sacarla del paso como ya lo he expuesto en este espacio.
La inquietud es: si no cuentan con los recursos para cumplir a cabalidad con la anterior concesión, pese a tantos ajustes, cobros de más del doble de los peajes iniciales en cerca de 15 años de explotación, cómo van a garantizar que no vaya a suceder algo similar en caso de que logren su cometido con esta nueva APP, apoyados en las oscuras triquiñuelas que han empleado.