Opinión / ENERO 15 DE 2015

Nosotros los animales

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Cuando los animales humanos, nos vemos como la excepción, comienza el inmoral trato discriminatorio y esclavista hacia nuestros hermanos de origen, los animales no humanos. No somos singulares, simplemente hemos tenido un poco más de desarrollo en la escala zoológica, el empeño por ser singulares es lo único que nos diferencia en el reino animal, en lo demás hay continuidad en el desarrollo evolutivo. Los animales reímos y lloramos, peleamos y nos reconciliamos, sufrimos y somos felices, odiamos y queremos, somos lúdicos y hasta hedonistas. Somos hechos de lo mismo. Hasta en la comunicación coincidimos, solamente nos diferencia la forma del lenguaje.

Los animales humanos, nos olvidamos de nuestro origen y esclavizamos a lo no humanos, en una actitud antropoególatra, ignoramos sus ejemplos de civilización y los sometemos a las más viles y crueles formas de destrucción, en una carrera loca autodestructiva, en la busca de una forma de vida incierta, en una civilización incierta, con un futuro incierto.  La naturaleza es feroz y violenta, pero esa es su condición natural, ese es su desarrollo natural, en contraposición a la violencia del animal humano que en su vesania ejerce una violencia racional, incluso contra sí mismo.

La solución final, la inquisición, las corridas de toros y otras formas de desarrollo de los animales  humanos, son muestras de la diferencia que queremos establecer al querer ser singulares. El disfrute del nazi, del inquisidor, y del aficionado taurino, por el dolor de su víctima, convierte al victimario en la peor muestra del desarrollo evolutivo, y lo peor es que éste, racionaliza el hecho victimizante y trata de justificarlo con elucubraciones racionales que más lo hunden en su fase oscura y tenebrosa.  

Cada vez que maltratamos a un animal no humano, impregnamos en nosotros mismos la huella de la tortura. Podemos hacernos la misma pregunta del poeta inglés Jhon Donne ¿Por quién doblan las campanas? El dolor y el llanto del animal maltratado, es el dolor y el llanto de todos los seres vivos, las campanas están doblando por ti. La campanas de Notre Dame sonaron por la masacre de Charlie hebdo, es de esperar que en el biocentrista mundo de hoy, las campanas doblen por la tortura y muerte de cualquier ser vivo.  Utilicemos nuestra idea de superioridad, no para  afirmarnos en el engaño sino para resarcir el daño, demos un paso hacia adelante, hablemos de los derechos de los seres vivos, no únicamente los animales humanos tienen derechos, el derecho a la vida digna debe ser universal. 

osoriotoro@hotmail.com


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