Autor : Diego Arias Serna

Destruir el medioambiente, como se está haciendo, es acosar el espacio de los virus, exigiéndoles a dejar su hábitat natural, y al emigrar contagian animales y luego pasan a los humanos.
El avance de la ciencia ha permitido conocer los diferentes enemigos que conviven con los humanos y pueden amenazar la existencia de lo que se llama civilización.
Los virus salieron a la palestra pública en el 2020, por la pandemia, pero en verdad es que residen en la Tierra muchos antes que el Homo Sapiens.
También su número es muchísimo más abundante que la población del planeta y su variedad es superior a los diferentes linajes de humanos. Algo -tal vez más importante- es que el origen de la vida en la Pachamama se la debemos a ellos, así como nuestra existencia. Pero no olvidemos que lo hay mortales, como nos lo recuerdan las epidemias que se han dado a lo largo de la historia de la humanidad.
Por eso, es importante que se conozca acerca de los virus, cuál es su importancia para el planeta y por qué la ciencia médica sí ha sido importante cuando han amenazado la existencia de los humanos. En esta oportunidad me apoyaré en la experta, Dorothy H. Crawford, quien fuera profesora de microbiología médica en la universidad de Edimburgo, Escocia, entre 1997 y 2010. Desde 2001 es miembro de la Royal Society de Edimburgo y de la Academia of Medical Sciences.
Además, en 2005 recibió el premio OBE por su labor en las áreas de la medicina y la educación superior y es autora de varios libros –en los que trata la naturaleza del virus– así como del texto Virus, una breve introducción, que fue publicado originalmente dentro de la colección Very Short Introducción de Oxford University Press, de la que se han vendido más de 9 millones de ejemplares en el mundo. Este artículo tiene el soporte de la edición en español del 2020.
El respaldo de la Universidad de Oxford y el número de libros vendidos señala la importancia del texto. Para ubicar a los lectores en un contexto general, me guiaré en lo escrito en su contraportada, porque hace una buena síntesis del contenido, y podrá animar a los lectores a adquirir el libro.
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Los virus controlan el medio marino
Los virus son noticia, desde el surgimiento de la pandemia como el VIH, la gripe porcina o el Sars, constantemente somos bombardeados con la información sobre nuevas infecciones letales. La última y más dramática es el Sars-Cov-2. Crawford muestra hasta qué punto los virus resultan inteligentes y son, con muchos, las formas de vidas más abundantes del planeta.
En esta edición actualizada, ella relata la historia de los virus asesinos conocidos como el ébola y zika, así como el virus del Mers, el Sars-CoV-2, y analiza cómo en el siglo XXI los viajes aéreos facilitan su propagación internacional. También evalúa los efectos del calentamiento global, que ha hecho aumentar su dispersión transmitido por vectores como el dengue, la fiebre amarilla y el virus del Nilo Occidental, y advierte acerca de los efectos que esto tendrá en las poblaciones de climas subtropicales y templados.
Asimismo, explora el papel que desempeñan en el control del medio marino, pues resultan esenciales para el delicado ecosistema del océano. Finalmente, la investigadora mira hacia el futuro para preguntarse si alguna vez podremos vivir en armonía con los virus y cómo deberíamos actuar para prevenir las consecuencias devastadoras asociadas a algunos de ellos. Hasta acá va lo escrito en la contraportada.
Empiezo entonces resaltando, lo que, en mi lectura, considero más importante. Este virus, identificado como un coronavirus relacionado con el síndrome respiratorio agudo grave 1 –Sars-Cov-1– y bautizado como Sars-Cov-2, se contagia entre personas a través de las gotitas que quedan suspendidas en el aire al toser o estornudar y causa una enfermedad respiratoria. Tras un periodo máximo de incubación de dos semanas, los síntomas iniciales más comunes son los persistentes: fiebres y pérdida del sentido del gusto y el olfato.
3.000 millones de años evolucionando
La enfermedad, que se conoce como Covid.19 –por su nombre en inglés COronaVIrus Disease-2019–, llega a ser grave y a requerir asistencia en las UCI, sobre todo en el caso de personas mayores y aquellas que sufren enfermedades crónicas. La tasa global de mortalidad ronda el 1 % y el 2 %, aunque es probable que haya muchas infecciones leves o asintomáticas que no lleguen a detectarse. Bueno, lo dicho hasta acá se conoció al inicio de la pandemia, que la autora lo expresa en el prólogo.
Ella agrega que los microbios primitivos aparecieron en la Tierra por evolución hace unos 3.000 millones de años, pero el ser humano no consiguió aislarlos hasta finales del siglo XIX. Hizo falta un gran acto de fe para que la gente aceptara que unos organismos diminutos eran los responsables de enfermedades que hasta entonces se habían atribuido ya sea a la voluntad de los dioses, a alineamientos planetarios o también a vapores de miasmas que emanan de ciénagas y materia orgánica en descomposición.
A medida que se identificaron más y más microbios, fue arraigándose la “teoría del germen”, y a comienzo del siglo XX ya se admitía, incluso fuera de los círculos científicos, que los microbios pueden causar enfermedades. Lo que permitió este salto importante, fueron los avances de la microscopía logrados por el fabricante holandés Antoni van Leeuwenhock –1632-1723–, quien fue el primero que vio microbios, pero hubo que esperar hasta mediados del siglo XIX para que Louis Pasteur –1822-1895– desde París, y Robert Koch –1843-1910– desde Berlín, constataran que los gérmenes son los causantes de las enfermedades contagiosas.
Su identificación mejoró enormemente con la invención del microscopio electrónico a finales de la década de 1930, y a partir de entonces se usó de manera rutinaria para descubrir virus nuevos y caracterizarlos con mayor precisión por tamaño y forma. Así mismo, se supo que portan o ADN o ARN, pero no ambos. Desde principio de la década de 1980, cuando se secuenció por completo el primer genoma de un virus, esta técnica se ha convertido en un método rutinario que proporciona información valiosa para su clasificación.
Su análisis avanzó aún más con el uso de las sondas moleculares en 1989, que permitió el descubrimiento del virus de la hepatitis C. Así que la inversión en tecnología es clave para que la ciencia médica disponga de sistemas que le permitan cumplir sus tareas con mayor eficiencia. Es necesario el uso de estas técnicas para el estudio de la gran variedad de virus, porque como expresa la autora del libro, los microbios son con gran diferencia, la forma de vida más abundante de la Tierra, se calcula en torno de 5 x 10 elevado a la 30, bacterias.
Los virus son vitales en la Tierra
Por otra parte, los virus son como mínimo 10 veces más abundantes que las bacterias, lo que los convierte en los microbios más numerosos del planeta. De hecho, hay más virus en el mundo que todo el resto de formas de vidas juntas.
Ellos también exhiben una diversidad tan asombrosa que se calculan unos 100 millones de clases distintos, invadiendo cada nicho ocupado por seres vivos, incluidos los entornos más inhóspitos, como los surtidores hidrotermales, el subsuelo de casquetes polares, así como salinas y lagos ácidos.
Agrega la experta que ya se sabe que el agua natural sin tratar está repleta de virus y, de hecho, constituyen las formas de vida más abundantes en los océanos, los cuales cubren el 65% de la superficie del planeta. Como llega a haber hasta 10.000 millones de virus por litro de agua del mar, la totalidad de los mares contienen una cifra resultante de multiplicar 4 x 10 elevado a la 30, número inmensamente superior a la población del planeta.
El estudio de la oceanografía microbiana está aún en su infancia. Usando robots para recolectar series de muestras marinas en tiempos y profundidades distintas, así como el análisis genómico a gran escala, han permitido que empecemos a vislumbrar este zoológico subcutáneo y encontrar claves que apuntan a desempeñar un papel vital en la Tierra.
También hay que resaltar que el fitoplasma es un conjunto de organismos que usa energía solar y dióxido de carbono para generar energía mediante fotosíntesis. Como subproducto de esa reacción, producen casi la mitad del oxígeno del mundo, lo cual es vital para la estabilidad química del planeta.
Dorothy H. Crawford nos dice que, aunque se sabe que la mayoría de los virus emergentes salta de animales al ser humano, estamos lejos de poder predecir en qué momento y lugar surgirá la próxima amenaza. Recomienda seguir avanzando en el estudio de los virus, pero eso implica una inversión de tiempo y dinero que pocos gobiernos y organismos están dispuestos a realizar. Así que lo más seguro es que otra pandemia nos asechará con las mismas condiciones que esta del 2020: sin preparación.