Autor : Diego Arias Serna

Una mujer como Ana María Hernández Salgar, con su dedicación, estudio y experiencia, sabe mirar y analizar muy bien la biodiversidad del planeta. Es una voz autorizada que es escuchada con respeto en múltiples escenarios.
“La biodiversidad se valora desde una perspectiva económica, con la cultura occidental; pero indígenas y comunidades locales, y quienes viven en la biodiversidad, perciben otra cosa”: Ana María Hernández.
En octubre y noviembre se reseñan eventos importantes para la humanidad: el 24 fue el Día del Cambio Climático y en Egipto tendrá lugar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el mismo tema, conocida como COP 27. Será la versión número 27 de la Cumbre del Clima que se realizará del 6 al 18 de noviembre.
Hay que resaltar que la pérdida de la biodiversidad está conectada con los cambios bruscos de lluvias y temperaturas, es decir, de un clima tan cambiante que está amenazando la flora, la fauna y a la misma humanidad.
Por esta situación crítica para el planeta, la separata del 30 octubre de El País Semanal, el reconocido diario español la dedicó a presentar varios artículos sobre el particular. Haciendo eco de esta problemática - la nota dominical - se sumará a dicho clamor, planteando lo relacionado con la biodiversidad. Pero antes hay que afirmar que la mujer colombiana se destaca en las canchas y brinda satisfacciones, como el subcampeonato del Mundial Femenino sub-17, detrás de la campeona, España (a pesar del poco apoyo de la Federación Colombiana de Futbol, y las despectivas declaraciones de su presidente, quien ni siquiera merece ser mencionado).
También sobresale, por ejemplo, en el campo de las ciencias, Ana María Hernández Salgar, quien estará en España para recibir el premio de “Ecovidrio a la Personalidad Ambiental” de 2022. Ella es la presidenta de la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas, Ipbes, entidad equivalente al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC. Esta bogotana, que vive en Montreal, Canadá, concedió una entrevista a Clemente Álvarez, publicada en el citado medio y que socializaremos aquí.
Citando a Ana María Hernández, el referido periodista destaca: “Los occidentales nos hemos olvidado de ser seres humanos”. Esta defensora de la biodiversidad lanza su advertencia: Estamos dando la espalda a la naturaleza. Y en la entrevista afirma: “Nosotros encontramos la comida en el supermercado, pero una de cada cinco personas en el mundo depende de especies silvestres para alimentarse”.
Un millón de especies en vía de extinción
Clemente Álvarez inicia su entrevista a Hernández afirmando: “La última gran evaluación de la biodiversidad del planeta presentada en 2019 por el organismo encargado de Naciones Unidas reveló un hito alarmante: la existencia ya de un millón de especies de animales y plantas en peligro de extinción, lo que nunca había pasado antes en la historia de la humanidad”. Lo anterior, según una indagación científica que realizó la Ipbes, organismo independiente creado en 2012, encargado de vigilar la salud de la multiplicidad de formas de vida en la Tierra.
Agrega el comunicador ambiental: “Desde Montreal, esta especialista en relaciones internacionales y derecho ambiental cuenta cómo la pérdida de especies sigue a un ritmo sin precedentes y cómo en diciembre debe celebrarse en Canadá una cumbre mundial decisiva para conseguir frenar el desplome de la biodiversidad en la próxima década”. Señala asimismo que la presidenta de Ipbes considera que el ciudadano moderno se ha desconectado de la naturaleza y ha olvidado lo importante que es para el bienestar de los propios humanos. Y advierte: “Dependemos mucho más de la biodiversidad de lo que pensamos”.
Lanza la siguiente pregunta: desde 2019 ¿ha cambiado algo en el recuento del millón de especies en peligro de extinción en el planeta? Ante lo cual responde la colombiana: en este tiempo han salido diferentes estudios que reafirman la crisis de la extinción de especies. Esperemos que el próximo año nos aprueben hacer una revisión de esa evaluación global para 2030. Pero se sigue repitiendo lo mismo: seguimos perdiendo la biodiversidad a tasas impresionantes, y es que no hemos logrado hacer una transición a cambios que realmente detengan ese proceso.
Le surge otra inquietud: de ese millón de especies en peligro de extinción, ¿qué proporción son insectos? A lo cual su interlocutora aclara: de los ocho millones de especies de plantas y animales estimadas para el planeta, 5,5 millones son insectos. Y de estos se considera que alrededor de un 10 % están amenazados por la extinción, lo cual hace que los insectos sean una amplia proporción del millón en peligro.
Biodiversidad: esencial para los humanos
Además, indaga Álvarez: ¿Qué implicaciones tienen que haya un millón de especies al borde del precipicio? Ella expresa su preocupación: no solamente es el número, el problema de que haya un millón de especies en vías de extinción va más allá de esa cifra. A su juicio, esta pérdida tan importante de biodiversidad tiene un impacto en todos los aspectos de la vida, tanto de la biósfera de forma global como del mantenimiento de la especie humana y de la calidad de vida de las poblaciones.
Precisa – de paso – que la biodiversidad está relacionada con muchos servicios esenciales, como la alimentación, la construcción de una vivienda, la generación de calor, el desarrollo humano… El hecho, por ejemplo, de que se pierdan insectos polinizadores tiene una afectación enorme para nuestros campos, para las frutas y verduras que comemos…
¿No resulta paradójico que para poner en valor otras formas de vida del planeta haya que demostrar su utilidad para los humanos? Frente a ello manifiesta: este es un tema que acabamos de analizar en el Ipbes. ¿Por qué la diversidad solamente se valora desde una aproximación económica o de utilidad? Esta es una visión muy occidental, pero cuando nosotros nos sentamos a hablar con pueblos indígenas, con las comunidades locales, con la gente que realmente vive en la biodiversidad, con la biodiversidad, su percepción es totalmente diferente.
En palabras suyas, nosotros los occidentales nos hemos olvidado de ser seres humanos, hemos olvidado nuestra conexión con la naturaleza. Las comunidades indígenas, los pueblos conectados a un territorio, siguen teniendo ese vínculo, tanto en lo físico como en lo que nosotros llamamos cosmovisión. En cambio, nosotros, la gente más de ciudad, más pegada a la modernidad, vemos la naturaleza como algo que está afuera, como algo que nos es útil en algún momento y que se da gratuitamente, que alguien nos consigue de alguna manera para que podamos vivir cómodamente.
¿Cómo se cambia esto? Interroga más adelante Clemente Álvarez. Esta defensora de la flora y la fauna responde: nosotros no nos preocupamos tanto por la biodiversidad porque encontramos la comida en un supermercado, pero una de cada cinco personas en el mundo depende de especies silvestres para alimentarse y generar ingresos. Dependemos mucho más de lo que pensamos, debemos comprender que la naturaleza no solamente nos es útil, sino que también nos abraza y nos da comida.
La Amazonía nos conecta con la naturaleza
¿Qué le conecta a usted con la naturaleza? A mí – responde ella - me conecta de forma inmediata la Amazonía colombiana y especies como el delfín rosado. Pero también pienso en las montañas, en las zonas cafeteras de Colombia. En realidad, el único ecosistema donde me es difícil conectar es el de la ciudad, no me atrae tanto el bullicio urbano.
¿Cómo llega a ser mensajera de tan malas noticias? Ana María contesta con notoria franqueza: A veces me dicen: “¿Cómo es que usted sólo habla de números negativos, noticias malas? ¿por qué no podemos hablar de cosas positivas?” Y siempre respondo que para entender por qué algo es bueno hay que conocer primero el estado de la situación. Me afecta, claro que me afecta, día a día. Pero también creo que una forma de compensar es trabajar duro para conseguir ese cambio transformador que necesitamos. Esto es muy personal, nunca lo saco, pero yo soy muy creyente y siempre he pensado que tengo una responsabilidad innata con la creación.
Confiesa: tengo una hija de 18 años y otra de 10, a mí me toca intensamente esta destrucción y también pensar que no estoy haciendo lo suficiente para darles un futuro mejor, que esto puede afectar su salud, su bienestar, y a la de sus hijos y sus nietos. Como ella misma lo afirma, hay que pensar en la vida de las generaciones presentes y futuras, que están en riesgo por el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad. En el recuadro se verá la relación entre cambio climático y biodiversidad, así como sus comentarios sobre los gobiernos y la actitud frente a esos temas.
Falta sensibilidad en los gobiernos
CA: ¿La emergencia climática está dejando en un segundo plano la crisis de la biodiversidad? AMH: No se puede hablar de mitigación o adaptación al cambio climático sin tratar también el proceso de recuperación de la biodiversidad. Los científicos del cambio climático y los científicos de la biodiversidad hablan un lenguaje muy parecido. En el caso, por ejemplo, de los páramos, sabemos que estos son un sumidero importantísimo de gases de efecto invernadero: si se acaba con los páramos al transformar el uso del suelo, además de afectar a la biodiversidad, los gases retenidos vuelven a la atmósfera.
CA: Pero ¿no se está poniendo mucho más el foco en combatir el cambio climático que la pérdida de biodiversidad? AMH: En términos de toma de decisiones, efectivamente, a veces las administraciones están dando más importancia al cambio climático. A nivel general, todo el mundo habla del cambio climático, se pone más plata para ello, hay más gente trabajando para frenarlo. Preocupa que los gestores impulsen acciones contra el cambio climático que pueden afectar negativamente a la biodiversidad. A veces se dice: vamos a sembrar muchas especies forestales para que capturen los gases de efecto invernadero de manera más rápida.
Pero - continúa Ana María - esto se hace en ecosistemas que no son adecuados, dañando la biodiversidad. La lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad deben verse de forma integrada. Esto todavía no ha calado, tal vez nos falta un poco de sensibilidad en los gobiernos. Es pertinente saber qué dice ella frente a la pandemia.
CA: la Ipbes ha estimado que hay entre 631.000 y 827.000 virus desconocidos en la naturaleza que pueden afectar a los humanos. ¿Qué hemos aprendido de la pandemia del coronavirus? AMH: Nosotros como seres humanos estamos entrando cada vez más en diferentes tipos de ecosistemas donde habitan otras formas de vida. Cuando nosotros entramos los alteramos y, al alterarlos, generamos una serie de impactos que pueden provocar una liberación de patógenos o la dispersión de diferentes tipos de enfermedades. Van a seguir produciéndose pandemias, el ser humano no tiene los suficientes cuidados, sigue actuando de manera contraria al respeto al medio natural con el que tiene que convivir.