Autor : Andres Felipe Ramos Gámez

Esta obra, de la autoría de Antonio Valencia, reposa en el Maqui. Es Fernando Botero con su pipa, una de las piezas más importantes del museo.
En la capital quindiana también se lamenta la pérdida del pintor y escultor colombiano más aclamado en el mundo.
Hay dolor y tristeza en el mundo del arte, tras confirmarse ayer viernes 15 de septiembre el fallecimiento del maestro Fernando Botero Angulo, el más importante escultor y pintor en la historia del país.
El artista dejó de existir a la edad de 91 años en Mónaco, donde se encontraba trabajando en nuevos proyectos.
Fernando Botero consolidó un estilo propio, conocido mundialmente como ‘Boterismo’, fue la cúspide de su desarrollo artístico.
Tras conocerse el suceso, personalidades de diferentes campos expresaron su admiración hacia el maestro antioqueño, resaltando que sus creaciones artísticas llevan impresa un estilo sui generis e irreverente interpretación del estilo figurativo, denominado por algunos como ‘Boterismo’.
La noticia de la partida del maestro también impactó en el sector artístico del departamento en especial por su relación casi desconocida con el Museo de Arte de Armenia y el Quindío, Maqui.
Los hechos inolvidables
María Cristina Mejía, directora del Maqui, en un principio expresó su pesar y destacó el legado de Botero: “En nombre del Maqui nos sentimos supremamente conmovidos por el fallecimiento del maestro Fernando Botero, es que fue una persona que demostró al mundo cómo era buscar el volumen, para que este, incorporado a sus obras, pudiera mostrar la realidad del país. No solo sobre la realidad colombiana, también se encargó de exhibir otras circunstancias en otros países que le valió el reconocimiento mundial”.
Luego sobre la relación de Fernando Botero Angulo con el Quindío afirmó: son 2 hechos que integraron al artista con el departamento, pero directamente con el Maqui. El primero de ellos, tiene que ver con una obra que se mostró acá en el Maqui. Ocurrió hace 3 años cuando tuvimos la oportunidad de exhibir una colección que incluyó una de sus primeras obras, aún no se veía el volumen, pero era hermosa, de una calidad inigualable en la técnica”, manifestó la directora.
Sobre cómo fue el proceso para exhibirla, aseveró: “Nosotros trajimos dentro de la exhibición una colección de Luis Eduardo Torres, que cuando falleció, él mismo determinó que la colección fuera a una fundación para darla a conocer por todo el país, tuvimos la oportunidad de tener grabados del siglo XX. Ahí estaba la obra del maestro Botero que tuvimos que proteger con demasiado cuidado y mucho celo, fue un momento importante para nosotros el contar con una creación del más importante artista de Colombia”.
Lo segundo, dijo Mejía que el artista Antonio Valencia, quien fue compañero de Botero en Europa, pintó un retrato del mismo Fernando Botero y ese trabajo aún se encuentra en el Maqui.
“Es una imagen del maestro fumando con su pipa, es de medio cuerpo y contamos con ella acá en el Maqui. Por ello invitamos a la comunidad que visite nuestro museo y conozca este trabajo, que también se llevó elogios y buenas críticas”.
Otro hecho curioso que destacó María Cristina Mejía tiene que ver con un trabajo de Olga Lucía Jordán: “Fue una exposición que recorrió distintos municipios del Quindío y una de las fotografías era la que le tomó a Fernando Botero, fue la que encabezó una de las exposiciones en el departamento”.
Lea también: ‘El dolor de tu olvido’, una historia detrás del Alzheimer
Biografía
Fernando Botero Angulo nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, en el seno de una familia conformada por su padre David Botero y su madre Flora Angulo.
Ingresó a la escuela de la tauromaquia, pero fue la pasión por el arte la que lo cautivó, incluso una de sus primeras obras se relaciona con los toros.
En 1950, cuando terminó la secundaria, se trasladó a Bogotá, donde además tuvo sus primeras exposiciones individuales.
En 1962 fue organizada en Estados Unidos su primera exposición, concerniente a una nueva muestra en el Milwaukee Art Center, donde recibió críticas positivas. Es así como Botero empezó un período de muestras y exposiciones entre Europa, Estados Unidos y Colombia.
En 1969 expuso en París; fue a partir de ese momento que empezó un peregrinaje por el mundo en busca de inspiración; se movía continuamente de Bogotá a Nueva York y Europa.
A partir de 1983, Botero comenzó una serie de exposiciones a través de todo el mundo que aún hoy no acaba. Es así como sus obras son expuestas y por supuesto conocidas en ciudades como Dubái, Londres, Roma, San Francisco, Chicago, Basilea, Buenos Aires, Tokio, San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Berlín, Múnich, Fráncfort, Milán, Nápoles, París, Montecarlo, Barcelona -Aeropuerto del Prat-, Moscú, Ciudad de México, Monterrey, Caracas, Pekín, entre otras.
Mientras estuvo en París, Nueva York, Milán y Colombia, fortaleció sus habilidades en el dibujo, y gracias a esto logró una paleta cromática que tenía su sello personal. Su técnica de plasticidad provocó que se destacara a nivel mundial, además, sus esculturas están ubicadas en distintos países.
La consolidación de un estilo propio, conocido mundialmente como ‘Boterismo’, fue la cúspide de su desarrollo artístico. Sin embargo, recientemente, el artista aseguraba que seguía pintando “volúmenes, pero no gordos”, una palabra que buscó “desterrar de su imaginario”.