Autor : Redacción deportes

El equipo, que a lo largo del año sumó 79 unidades, jugará en 2023 de nuevo en la categoría B. Foto : John Jolmes Cardona Núñez / LA CRÓNICA
Quindío, el mejor del año, el peor en las definiciones. En los torneos Apertura y Clausura se destacó, pero al final no logró el objetivo de regresar a la A.
El hincha del Deportes Quindío hoy está mal, triste, sin ganas de nada, desmotivado. El equipo fue el mejor del año en cuanto a sumatoria de puntos, pero eso de nada le sirvió, porque de nuevo permaneció en la B.
Fue un protagonista de lujo de ambos semestres. En el primero perdió la final ante el Boyacá Chicó, y en el segundo se despidió en cuadrangulares. El elenco se ha vuelto experto en que el pan se le queme en la puerta del horno.
En los cuadrangulares del Clausura su verdugo fue Real Santander. En la quinta fecha cayó 2-3 ante los santandereanos y sus posibilidades de clasificación a la gran final quedaron en la cuerda floja.
Tras ese cotejo, el elenco se mantuvo con 9 unidades en la tabla de posiciones del Grupo B, a 1 del Atlético Huila, que debía esperar el juego Huila vs. Tigres.
“La suerte de los milagrosos depende de los opitas, pues si estos ganan sentenciarán su eliminación. Los únicos resultados que les sirven a los quindianos en este juego es una victoria de Tigres o un empate”, publicó LA CRÓNICA en esa oportunidad.
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Pero Atlético Huila selló su paso a la final tras derrotar 1-0 en casa a Tigres FC y aprovechar la caída del Quindío. El resultado les permitió a los ‘opitas’ llegar a 13 puntos y hacerse inalcanzables, pues a falta de solo una fecha estaban 4 unidades por encima del Deportes Quindío, segundo de la tabla. El partido final del grupo, milagrosos vs. opitas no definía nada.
Entonces los dirigidos por Óscar Héctor Quintabani se centraron en pensar en la posibilidad del repechaje. En ese momento, en la tabla de reclasificación contaban con 76 puntos y estaban en el primer lugar: Fortaleza tenía 69, mientras que Boyacá Chicó tenía 67.
Al final lograron ser primeros en la Reclasificación, por encima de Fortaleza y Chicó. Huila y Chicó, campeones del primer y del segundo semestre, respectivamente, disputaron la gran final, favorable a los ajedrezados, que ascendieron y enviaron a los huilenses al repechaje.
Año de altas y bajas para los verdiamarillos que golpearon a sus seguidores y les dañaron el final del año, más aun teniendo en cuenta que los ilusionaron a lo largo del calendario, para decepcionar a la hora de la verdad.
La cabeza del equipo, el empresario Hernando Ángel Montaño, no se ha referido al tema, de nuevo guarda silencio; pero no deja de generar dudas lo que se vio en el estadio Centenario, con un elenco que salió en el primer tiempo con todos los ímpetus, pero que para el segundo periodo quitó el pie del acelerador.
Y ni qué decir del juego en Neiva, en el que la escuadra jugó a nada, con énfasis en la recuperación, pero cediéndole el balón al rival, que sobre el cierre concretó un 2-0 definitivo.
El seguidor del conjunto ya no lo ve como propio, comienza a voltearle la cara, a desentenderse de él, porque ahora, como nunca antes, se ve que el proceso de desnaturalización de la institución llegó a extremos que parecen irreversibles y este equipo comienza a ser visto como lo que ha sido en los últimos años, un forastero en la que fue su casa.
El estadio no tuvo buena asistencia, pues hasta la esperanza se había desvanecido, dado que el grupo cayó en un bucle del que no sale y en el que se destaca y de inmediato se cae, en un ciclo que no deja de repetirse. Se pierde la afición, que ya no ve a este elenco como su símbolo, sino como una empresa solo pensada para que un empresario haga dinero.