Durante la cuarentena no pudieron salir y ahora que lo hacen, se encuentran con un panorama sombrío.
La carrera 14 en Armenia es el escenario predilecto para que los artistas callejeros busquen la generosidad voluntaria del público, del que finalmente dependen.
Allí se encuentran adultos mayores que tocan guitarra, el solista, el joven que interpreta el saxofón o el que canta música cristiana, el discapacitado que pone una pista para cantar, la estatua humana, los que entonan música llanera, entre muchos más. Todos hacen parte de la cultura y contribuyen a recrear a quienes pasan por allí.
Sin embargo, la pandemia los afectó durante la cuarentena, porque no pudieron salir a exponer su arte y ahora, que algunos volvieron, se encuentran con el triste panorama de que ante la crisis monetaria de la gente, sus ganancias han disminuido y a veces corren con la mala suerte de irse en blanco para sus casas, mientras sus gastos fijos siguen corriendo. Lo peor que le puede pasar a los artistas callejeros es padecer el virus de la indiferencia ciudadana.