LA CRÓNICA recogió 4 microhistorias del arte de ganarse la vida en un semáforo.
Son rebuscadores de la vida, malabaristas del desempleo, nómadas del arte y como un día se les puede ver en un semáforo de Armenia haciendo maromas a cambio de una moneda, al día siguiente pueden estar en otro o, incluso, resultar contratados para ambientar algún evento, como en el caso de aquellos que se ganan la vida con el toque de un instrumento musical. Ante las pocas oportunidades de empleo, los semáforos de las ciudades se han convertido en teatros, circos y hasta en parqueaderos improvisados en los que se limpian los vidrios; allí se puede ver al hombre que carga una muñeca de trapo y baila con ella, al que juega con los machetes o con las antorchas en llamas, al que canta, al que hace acrobacia montado en una bicicleta, al que juega con los chacos, aquellos que se rebuscan la vida, aunque no siempre terminan encontrándola.
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