Autor : Natalia Trujillo Varela
Era piloto de este tipo de helicópteros de la Policía y su aspiración era convertirse en general.
Familiares y amigos mencionaron que el mayor Juan Carlos, oriundo de Bogotá, era honesto, trabajador y leal, adoraba pasar sus vacaciones en este departamento.
El Mayor Juan Carlos Morales Sáenz, de padres quindianos, fue uno de los miembros de la Policía Nacional que trágicamente perdió la vida el pasado jueves 22 de febrero. El incidente ocurrió mientras pilotaba un helicóptero Black Hawk de la Policía, el cual perdió contacto con la central mientras sobrevolaba la vereda Caramanta en Antioquia. La aeronave fue hallada dos horas más tarde por campesinos locales que se unieron a los esfuerzos de búsqueda.
El mayor Morales Sáenz, quien apenas el próximo mes de marzo cumpliría 35 años, nació en Bogotá donde inició sus estudios en la Escuela General Santander desde los 18 años, se inició como cadete, una vez allí, se proyectó como futuro piloto de este tipo de helicópteros diseñado para el orden público.
Tanto sus abuelos maternos como paternos y sus padres motivaron al Mayor Morales Sáenz a que se convirtiera en general de la Policía y precisamente por ese sueño trabajó en los 16 años de servicio que prestó a la fuerza pública. Luego de terminar sus estudios en la Escuela Santander, fue trasladado a departamentos como Risaralda, Antioquia y Cundinamarca.
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Su familia vive y fue fundadora del corregimiento de El Caimo, él era el tercero de 4 hermanos, con él estaban dos vinculados a la Policía Nacional y dos al Ejército Nacional con rangos de capitán, coronel y teniente.
Tíos y tías mencionaron que en sus vacaciones, el mayor prefería visitar el Quindío y recorrer municipios como Pijao, Salento y Armenia, donde tenía amistades de hace años. Uno de sus pasatiempos era recorrer el corregimiento de El Caimo y zonas rurales del departamento y el Quindío siempre fue su preferido.
Sus seres queridos lo recordarán como un hombre honesto, empático, leal a la institución, a la patria y por desempeñarse en trabajos sociales y comunitarios, tanto que las personas lo recuerdan como un amigo atento ya que estaba pendiente de los eventos sociales del departamento.
Sus padres, abuelos, tíos, tías, su esposa e hijos, como amigos y conocidos esperan darle el último adiós en la capital del país, a donde fue trasladado con sus otros tres compañeros y donde serán despedidos por última vez.