Pregunta para el gobierno nacional: ¿Qué va a hacer con el Inpec y los tan seguidos escándalos de corrupción que involucran a los miembros de esta institución?

Qué más tiene qué pasar para que el gobierno Nacional intervenga el Inpec y aplique los correctivos necesarios para que las malas acciones de unos cuantos funcionarios de esta entidad no terminen acabando con la poca credibilidad que le queda a este organismo de seguridad. Cambiar el director general, cada vez que estalla un escándalo de corrupción y permisividad con los privados de la libertad no soluciona el problema. No es vendiendo el sofá en el que se comete un acto de infidelidad como el o la afectada recupera a su pareja y recobra la paz emocional. Este gobierno, el de Duque y los anteriores han repetido esta fórmula, sin éxito, para tratar de extirpar el cáncer de la corrupción de las oficinas, pasillos y celdas de las cárceles del país. No puede haber un resultado diferente haciendo lo mismo.
Que aparezca un delincuente de la peligrosidad del ‘Negro Óber’, cabecilla de los ‘Rastrojos costeños’, en un video grabado con celular, amenazando de muerte a jueces, fiscales, policías y comerciantes, no se entiende a menos que en el penal goce de los acostumbrados privilegios que suelen tener los privados de la libertad en Colombia, claro está, pagando a las autoridades carcelarias por ellos. Qué tal que no estuviera recluido en un penal de máxima seguridad como catalogan la cárcel de Palogordo, en Girón, Santander. Con un cigarrillo de marihuana en la mano, luciendo joyas y mientras almorzaba, el señalado asesino y extorsionista retó las autoridades colombianas.
El traslado ordenado para Óber Martínez Gutiérrez ampliará la ya no corta lista de penales de máxima seguridad en los que ha estado. Lo de este delincuente es una auténtica vuelta a Colombia, burlando la seguridad de los penales, comprando e intimidando autoridades carcelarias y convirtiéndose en una voz de mando en el interior de las patios y celdas en las que ha estado. Ni trasladar al ‘Negro Óber’ ni cambiar al director general del Inpec ni rotar el personal de guardia va a solucionar la campante corrupción que hay en las cárceles del país (contadas, muy contadas son las excepciones). Este organismo ya cumplió con el compás de espera que debía dársele, ya no goza de credibilidad y las manzanas podridas siguen alimentando a delincuentes, directivas y nuevo personal de guardia.
‘Negro Óber’, ‘Matamba’, Carlos Mattos, y eso por mediáticos, son apenas tres casos de la extensa lista de privados de la libertad con privilegios, que, pareciera, terminan siendo tratados con admiración, miedo o interés económico. Para estos tres delincuentes no hubo esa tal “máxima seguridad” e incluso, todo parece indicar, hicieron de algunos uniformados sus cómplices para sus excesos. Estos casos, y otros más, parecieran ser, apenas, la punta de ese iceberg de anomalías que ocurren dentro de las cárceles con la complicidad de funcionarios del Estado.
En las cárceles están prohibidos los celulares, pero desde allí extorsionan todos los días; está prohibido el comercio y consumo de drogas prohibidas, pero circulan de patio en patio; no se permite la tenencia de artículos de lujo, pero para todo hay un precio y un proveedor; no deberían estar armados los privados de la libertad, pero matan y desaparecen personas; hay controles de seguridad, pero se vuelan los presos.