Si se cumplen los planes y propuestas liderados por el quindiano Mauricio Andrés Toro Orjuela, presidente del Icetex, esta entidad entonces sí será social.

La mala imagen que por años acumuló el Icetex se debe, fundamentalmente, a que quienes la manejaron, creyeron que esa era una entidad financiera y entonces actuaron en consonancia. En algún momento de su historia, el Icetex perdió el rumbo, se alejó de los sueños de los jóvenes para convertirse en la peor pesadilla de quienes alguna vez tocaron esa puerta para poder ingresar a la universidad. Los créditos ahorcaron a miles y en lugar de ser sinónimo de superación, el Icetex empezó a ser un mal innecesario. Las quejas y reclamos se volvieron pan de cada día, tanto así que muchos bancos resultaron más solidarios y mejores aliados de los jóvenes de escasos recursos que el propio Estado.
Prestar plata a tasas del IPC más 9 %, más 12 % y hasta más 14 % era un despropósito, la mayor injusticia. Quienes lideraron el Icetex lo transformaron en una entidad que en lugar de jóvenes con ilusiones veían clientes; no cumplieron con la obligación estatal de brindar mejores condiciones de vida, todo lo contrario. Incluso, mientras un joven estudiaba, los créditos se capitalizaban, qué infamia. Una persona de bajos recursos prestaba veinte millones de pesos y cuando se graduaba, incluso apenas ganándose un salario mínimo, debía responder por cuotas que equivalían, en algunos casos, casi al 50 % del sueldo, para pagar una deuda que en pocos años ya se había triplicado.
Por fortuna nuevos vientos parecen soplar y ahora el Icetex se ha propuesto, en cabeza de su nuevo presidente, el quindiano Mauricio Toro, dejar de actuar y ser percibida como una entidad financiera, para convertirse y ser leída como una entidad social que acompaña proyectos de vida, que se preocupa por la salud mental de los jóvenes, que piensa en empleabilidad, en formación adicional y que quiere hacerle frente a la deserción. En Colombia, se calcula que no más del 40 % de los bachilleres ingresan a la universidad. Estaba tan concentrado en hacer plata el Icetex, que el 90 % de su oferta crediticia estaba concentrada en siete grandes ciudades, olvidando que este es un país de más de mil municipios.
Lo nuevo del Icetex es un paquete de créditos para los cuales no es necesario tener codeudor, que se empiezan a pagar cuando el deudor empieza a trabajar, que no se tienen que pagar si la persona se queda sin trabajo, que se congelan si el que debe no gana más de un salario mínimo, en los que el deudor no está obligado a una cuota superior al 20 % de sus ingresos, con una tasa del IPC más 3 % como tope, pero que, incluso, gracias al concurso de las universidades, puede ser solo del IPC. Si este es, en efecto, el presente del Icetex y su norte, podrá acercarse nuevamente a las familias de escasos recursos y esa sí que será una presencia grata del Estado.
La buena intención del Icetex incluye democratizar su oferta crediticia y para eso su presidente se ha propuesto visitar ochocientos municipios para mostrar la entidad que dirige, ya lleva doscientos. Estaba tan mal reputado el Icetex que más de mil becas para especializaciones no fueron tomadas. Por fortuna, se notan intenciones de cambio y están pasando del discurso a los hechos.