Opinión / JUNIO 02 DE 2023

El Quindío es Rock

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Los recuerdos me llegan en tropel. Fragmentos de historias que parecen de otra vida. La memoria, en vía de sustitución por los tanques de información de internet, parece jugar a escaparse de nuestros ojos íntimos. Más datos, menos memoria en nuestros corazones. 

Existe una historia del Instituto de Bellas Artes que dio origen a un proceso formativo en el campo musical; hoy, reconvertido a partir de un esfuerzo común, en una cosecha de emociones, a verse en pocos días en el Centro de Convenciones del Quindío: rock sinfónico. 

En la biblioteca infantil de la Universidad del Quindío, por cuenta del entusiasmo de Laura Victoria Gallego Mejía, se instalaron, ante la destrucción parcial de la sede del Instituto, una serie de carpas de plástico para albergar las clases de artes. 

Profesores de música como el maestro Alberto Gaitán, el guitarrista Juan Carlos Guio, y Jorge Pineda, empezaron a orientar sus clases en esos espacios improvisados. En 1999, en esa época de destrucción por el sismo, apareció un niño, vivaz y enjuto, que empezó a construir caminos para la música en el Quindío. 

Hablo, obvio, del maestro Jorge Mario Ortiz Ruíz, hoy docente del Conservatorio de Música del Tolima. Muy pequeño, él descubrió que la música era un lugar para vivir. 

Integró en ese año el elenco del musical que hizo Bellas Artes como parte de la restauración cultural del Quindío, denominado Ciudad Fantasía. Luego, Teatro Azul, dirigido por Leonardo Echeverri, transformaría esta obra y la haría un emblema de ciudad. 

La narrativa oficial de que en el Quindío solo se hacía música andina, auspiciada por élites académicas, era insuficiente para comprender el movimiento musical. El Quindío, en especial, es rock. Música moderna creada en grandes ciudades del mundo o en las terrazas o garajes de Armenia. El rock era como una planta feliz que se extendía por los organismos jóvenes en este territorio. 

El mismo Jorge Mario vio con sus ojos desorbitados la guitarra roja de Llamarada, Pablo Vélez, un músico legendario en Armenia. Observó el ensamble que hizo la Banda Departamental de Músicos cuando en formato de rock sinfónico tocó Bohemian Rhapsody de Queen. Ese día, además, escuchó al tenor John Abadía, que también fue profesor en Bellas Artes. 

En los años 2011 y 2012, Jorge Mario Ortiz, luego de emprender la cultura del Jazz y el Blues en el Quindío, con el apoyo del maestro Alberto Gaitán, configuró su versión de Rock Sinfónico. Allí estuvieron, para esa cita musical de inauguración, Juan Carlos Mejía, María Fernanda Londoño, Laura Osorio, artista tatuadora, y el maestro Juan Pablo Orrego, entre otros. 

El 24 de junio, por obra de Jorge Mario, y sus amigos, los quindianos verán a cuarenta músicos de la región, haciendo un tributo al arte asociativo. Presentarán ellos la nueva formulación de su rock sinfónico. 

Cuando la memoria falla o aparece la duda, acudo a pensar que la música, como nos enseña Jorge Mario, si es un lugar idóneo para vivir. 
 


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