Las opiniones expresadas por los columnistas son de su total y absoluta responsabilidad personal, no compromete la línea editorial ni periodística de LA CRÓNICA S. A. S.
Los retos a los que nos enfrentamos hoy en día frente a la educación son un tema de suma importancia al que se le debe prestar atención toda vez que tiene un impacto, por un lado, en el mercado laboral y, por el otro, en el tipo de sociedad proyectada a un futuro inmediato.
Los estudiantes “millennials” y “centennials” dan por entendida la educación como un derecho, sin que ello les exija tener deberes y obligaciones. Este comportamiento se debe básicamente a los cambios en los estilos de crianza parenteral; es decir, que pasamos de un estilo de educación vertical a uno de nivel horizontal.
La crianza vertical se evidencia en la forma de ejercer la autoridad de manera tradicional por parte de los padres mientras que la crianza horizontal centra la atención en la comunicación con los jóvenes.
Los jóvenes por el solo hecho de participar en una actividad creen ser merecedores de un premio así el desempeño no sea el adecuado, de tal suerte que hoy no conocen la palabra “no” como respuesta. Esta misma dinámica horizontal se está viendo reflejada en las instituciones de educación, donde no se permite que los docentes establezcan el nivel de autoridad frente a los alumnos ya que no reconocen la autoridad.
Y es que hemos desdibujado la tarea de los docentes en tanto que son los encargados de instruir, motivar, exigir unos resultados y promover una serie de valores. Sin embargo, no es así, pues, los padres aun no comprenden que este proceso también les corresponde a ellos.
Muchos de los docentes se sienten en una disyuntiva en la medida en que las instituciones hablan de calidad, pero el nivel de exigencia no lo refleja. De ahí que el asunto queda en el plano del discurso y no en la práctica. Con los estudiantes de hoy, el problema está en la exigencia.
El cambio en las dinámicas de crianza está desdibujando las responsabilidades de los jóvenes como estudiantes. Las instituciones deben brindarnos garantías que generen un impacto en los futuros jóvenes de nuestro país porque como siempre las reglas al final se quedan en el papel y los docentes siguen quedando de brazos cruzados.
Necesitamos proponer un cambio en esta dinámica. Resulta fundamental restituir la autoridad a los docentes para que ellos puedan hacer bien su tarea, también es de gran importancia la presencia de la familia en la formación de los estudiantes (en todos los niveles) pues estos son quien finalmente cimientan sus valores, pero todo esto se debe hacer de la mano con las instituciones pues es allí donde se motivan los procesos de aprendizaje, para que se genere una construcción basada en valores y respeto.
En conclusión, el futuro de nuestros jóvenes, el éxito profesional y como se desempeñarán en el mercado laboral, dependen de muchos factores, por lo que se torna fundamental guiarlos y encaminarlos desde ahora en la búsqueda de un mejor futuro.