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Historia / ABRIL 14 DE 2024 / 1 mes antes

La quema de Judas, en las tradiciones de Neira y Filandia, segunda parte

Autor : Roberto Restrepo Ramírez

La quema de Judas, en las tradiciones de Neira y Filandia, segunda parte

Foto : Vigías del Patrimonio. El Diario, Caracas. Ministerio del Poder Popular. Gobierno Bolivariano de Venezuela.

  La tradición de la quema de Judas, un conjunto de ritos profanos que se llevan a cabo el domingo de Resurrección, reúne las más diversas características, producto ellas de una mezcla de aspectos locales y que no olvidan el punto central, cual es el de representar con un muñeco al personaje nefasto - en este caso Judas - que encarna la traición.   

La “quema de Judas”, el curioso ritual de varias poblaciones de América, y que representa el último acto festivo de la Semana Santa, apunta fundamentalmente a convocar la purificación de las estancias donde España sembró esta tradición. A los países americanos donde llegó a instalarse con su parafernalia, ella ha gestado una serie de variaciones, que se han mantenido con el paso de los años, expresadas en las singularidades que imprimen los celebrantes de cada región. 

  La tradición de la quema de Judas, un conjunto de ritos profanos que se llevan a cabo el domingo de Resurrección, reúne las más diversas características, producto ellas de una mezcla de aspectos locales y que no olvidan el punto central, cual es el de representar con un muñeco al personaje nefasto - en este caso Judas - que encarna la traición.   

Probablemente esté ligada la quema de Judas a la ritualidad del muñeco de año viejo, una costumbre del último instante del 31 de diciembre, cuando los personajes populares - y también los más odiados por una comunidad - son simbolizados en los monigotes de trapo que se ponen a arder en una tea o fogata, para olvidar las afugias del año que termina. Y, mientras se desarrolla la fiesta por la llegada de la nueva ventura del próximo año. 

  La historiadora española Carmen Iglesias, refiriéndose al apedreamiento del Judas en una de las regiones de su país, explicita así el significado simbólico de la quema del muñeco: 

  “En el Judas encontramos superpuestos, y posteriormente adoptados y transformados por la iglesia católica, el rito del mayo en definitiva y la colocación en el centro del pueblo de un palo lo más alto posible que, como y con fertilidad para las mujeres, no en vano coincide esta celebración con el fin del invierno y el albor de la primavera, época del renacer de la vida y la fertilidad”. 

  “El mayo” o mayo festero - al que ella hace referencia - es un rito de fecundidad que se realiza en varias poblaciones de España, encaminado a conseguir una cosecha abundante, a celebrar el fin del invierno y a festejar la recolección de los primeros frutos. Al coincidir ello con la quema del Judas, encontramos entonces, el superpuesto de lo sagrado y lo profano, el final de una celebración religiosa (la Semana Santa en algunas poblaciones) y el comienzo de un nuevo devenir, representado en la expulsión del mal (la imagen del apóstol traidor), que da inicio a una nueva etapa. Se vislumbra aquí, también, el acto de una fiesta de iniciación o de un ritual de paso. En comparación con otros eventos, esa relación se da también con la terminación del carnaval, que marca el inicio de otro acto religioso, reconocido en el festejo católico como el miércoles de ceniza. 

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  En ese plano, así continúa Carmen Iglesias su exposición textual: 

 “... Pero además, unido a esto, encontramos el acto de apedrear a un muñeco - antiguamente podía ser un animal o incluso personas - como símbolo de alejamiento de los malos espíritus, en definitiva como rito exorcista para expulsar el mal de la comunidad”(En: “El Judas del Robledo de Chavela, La Almenara”). 

  Otras poblaciones y países de América, donde se introdujo el ritual de la quema de Judas - desde el mismo desembarco de los navegantes que llegaron con Colón - son los siguientes: 

Valparaíso (Chile). Costa Rica, donde el sábado santo marca el inicio del ritual, especialmente en la provincia de Heredia. En México se celebran las llamadas festividades de los judíos, en Purísima del Rincón. Se cuenta que, en Venezuela, se quemó a Judas por primera vez en la figura de Américo Vespucio. Y que en 1801, en Caracas, se instituyó esa celebración como un reclamo a los gobernantes por parte de los oficiantes que quemaban el muñeco. 

  En Bolivia se celebra la quema desde 1709, en San Joaquín de Agua Dulce. Y el festejo más curioso se da en Arequipa (Perú), donde el muñeco se incinera, precedido por la lectura de un testamento burlesco. Es precisamente esta variante la que encontramos en las dos poblaciones colombianas, Neira y Filandia, relacionadas con la singular festividad pagano religiosa, matizada en ambos municipios con la representación teatral de un pregón que lee el testamento del apóstol traidor.  

  Neira, en el departamento de Caldas y Filandia, en el Quindío, son los únicos municipios colombianos donde la quema de Judas se ha realizado dentro de su componente identitario. La tierra del “corcho”, un dulce sabroso que producen los neiranos y la cuna del canasto cafetero, apelativo que corresponde a Filandia, son los escenarios de una tradición que la iglesia católica aceptó con cierto tono de tolerancia pero que, en el fondo, pudo ser rechazada (o restringida) por el sentido profano que encierra. De ahí se colige que, sobre la quema de Judas, poco se conozca en su origen y primeros años de celebración. Aunque ya se cuenta con una probable fecha de iniciación en Colombia, que es la que se festeja en el año 2024 en Neira, como la atribuida a su centenario. 

  En efecto, en esa población de Caldas, en el transcurso del domingo de Resurrección, se desfiló al muñeco por sus calles, conmemorando que hace un siglo - en 1924 - un poblador instaló la tradición. Lo hizo con un ingrediente especial, matizado con el humor que ha caracterizado a sus longevos habitantes. El testamento que se lee, antes de quemar el muñeco, es un satírico discurso, muchas veces confundido con piezas literarias de resalte prosístico, que los mismos parroquianos redactan y leen en público. Se asegura una vez más que el humor pueblerino es un bálsamo para aminorar la angustia y problemática de la cotidianidad. Y eso lo ha logrado Neira, primero, con su quema de Judas con aditivo de burla y gracia. Y Filandia, después, porque se cree que, en la década de los 20 del siglo XX, alguien, proveniente de Neira, lo sembró en la localidad quindiana. 

  Se tornó, en ambos municipios, y durante muchos años, más destacada la lectura del testamento del apóstol traidor, que la incineración del muñeco. 

  Como prueba de lo anterior, en Filandia nadie olvida la figura de sus escritores que, con delicadeza y sutileza, también construyeron poesías y textos de corte humorístico. Uno de ellos fue el educador y tribuno Roberto Toro Toro, nacido en 1904 y fallecido en 1964.Este orador inolvidable dejó, dentro de su heredad literaria, el testamento que se construyó para el festejo de la quema de Judas del año 1959, creación maravillosa que el maestro había logrado en el mes de octubre del año anterior. Las siguientes son las primeras estrofas de su singular poema, titulado “Vida, pasión y muerte de Judas Iscariote”: 

“Judas Sánchez, Marín y Saldarriaga, 

Por apodo llamado “El Iscariote” 

Mayorcito y de aqueste vecindario, 

Por cuenta propia y sin ningún testigo, 

Ante vosotros comparezco y digo: 

  

Nací en tiempos de Sierra Belisario, 

Bastante pobre, pero honrado mucho 

Lo afirman, de la Mancha don Quijote, 

Don Gonzalo Valencia y don Marucho. 

  

La iglesia parroquial de Nudilleros, 

Que parte con Circasia los linderos, 

En la próspera tierra de Judea, 

Recibiome en su grey de mañanita, 

Mí padrino fue Pacho Benjumea, 

Mi madrina Restrepo Ña Zoilita”. 

Teniendo en cuenta nombres y apodos de filandeños, sitios y vivencias pueblerinas, el autor de tan simpático testamento poemado, trata de introducir al lector en la vida del traidor Judas, hasta que reconoce en una de sus estrofas intermedias la falla de su humanidad: 

“Pero extraviado fui, perdí el camino 

Oh extraña situación, oh triste sino”. 

Más adelante, el Judas deja su heredad en las estrofas finales, como la siguiente, en la que lega sus pertenencias al equipo futbolero del municipio. Y una de las últimas, donde inculpa de su desgracia al género femenino: 

“Por último daré mis tobilleras, 

Mis guayos, camisetas y balones, 

Al famoso conjunto “Trinitarios”, 

Valerosa legión de campeones, 

Cuya fama rebasa las fronteras 

De todos los sistemas planetarios. 

Llego al final de mi destino... 

Me despido del mundo femenino. 

Con pena, con dolor y con tristeza, 

Por él perdí la plata y la cabeza  

En el duro camino de la vida”. 


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