Autor : Ernesto Acero Martinez / Especial para Nueva Crónica Quindío
Foto : Foto: Ernesto Acero Martínez
Hay ciudadanos eminentemente críticos, que no están tragando entero sobre el Paisaje Cultural Cafetero y son conscientes de la vulnerabilidad del lugar en el que habitan. Así lo afirma el filósofo y docente Norberto Marín Clavijo, autor de la investigación “Genealogías del habitar: configuraciones territoriales 2000-2020 en el marco del Paisaje Cultural Cafetero, Quindío”, cuando se le pregunta sobre los hallazgos de su trabajo.
Para el académico uniquindiano, tras el cruce del análisis de documentos y el análisis de las representaciones sociales de un grupo de ciudadanos, hay una política de unos políticos que no tienen una voluntad de trabajo, no tienen un proyecto político para el departamento del Quindío: “…el departamento del Quindío se reduce a una cuestión de una finca porque no hay políticos pensando en el desarrollo, hay sí un sector empresarial que sí está pensando el territorio, no solo como proceso de explotación y de uso, sino también como conservación, y hay una ciudadanía, un movimiento social en relación a la defensa del territorio”.
Para Marín Clavijo, el resultado central de su investigación tiene que ver con que todos los ciudadanos entiendan que muchos de los diferentes documentos que aparecen como políticas públicas, leyes y similares, incluso de entidades privadas, que tiene que ver con el ordenamiento del territorio, no son neutrales, sino que están cargados de poder y que no necesariamente dicen lo que quieren decir.
“Cuando se habla de procesos de descentralización, lo que realmente se está evidenciando cuando se analizan es que allí no hay nada de descentralización, sino que buscaron unas estrategias de distracción para que haya mucha más centralización de la que había antes. Cuando se habla de conservación, la conservación se le está dejando a unos terceros, no hay ningún ente que se esté responsabilizando sobre eso y, como existe legislación al respecto, se lavan las manos diciendo que ya hay una legislación, y el problema es que esa legislación, en términos de poder y efectos de términos vinculantes, no funciona”, acota el profesional en Filosofía de la Universidad del Quindío.
El magíster en Medio Ambiente de la Uniquindío e integrante de los grupos de investigación Política, del programa Filosofía; y de Bioeduc, de la licenciatura en Ciencias Naturales y Educación Ambiental de la UQ, afirma que las políticas y el ordenamiento relacionado con la extracción y el uso de los recursos de la naturaleza sí funciona y es muy efectivo, que no tiene ningún tipo de restricción y tiene efectos vinculantes, pero reitera el académico que todas estas leyes y ejercicios de poder no dicen lo que quieren decir y que es a los ciudadanos a los que les corresponde aprender a leer los documentos y entender correctamente las pretensiones de los mismos.
El análisis de la investigación, dirigida por la doctora Ligia Janneth Molina Rico, decana de la Facultad de Ciencias de la Educación del alma mater, permite inferir que en esta parte del país hay una ciudadanía muy preocupada por el territorio, que lo que entiende como un ejercicio de biodiversidad y de hogar, pero también de vulnerabilidad, es decir, los ciudadanos saben que tienen que estar muy pendientes del territorio para no perderlo. “La ciudadanía entiende el poder como un ejercicio de intereses personales, de dominación, pero también como la posibilidad de resistencia y entienden el Paisaje Cultural Cafetero como una imposición de subjetividades, una idealización del paisaje y un modelo económico”, explica el docente Norberto Marín.
La investigación
“Genealogías del habitar: configuraciones territoriales 2000-2020 en el marco del Paisaje Cultural Cafetero, Quindío”, tuvo como hipótesis identificar la manera en que las formas de poder impactan las configuraciones territoriales que se han establecido sobre el departamento del Quindío entre los años 2000 y 2020. La ruta de trabajo incluyó la comprensión de dos episodios trascendentales para esta parte del país: el terremoto de 1999 y la pandemia provocada por la Covid-19. Aclara el investigador que dichos acontecimientos no constituyen el objeto central de estudio, sino el surgimiento de las categorías de poder, territorio y PCC en ellos y la forma como las directrices institucionales y las representaciones sociales de los actores los incluyen es sus ideaciones sobre las nociones centrales de trabajo.
Conclusiones de la investigación
Entre otras, a manera de conclusiones, el autor de la investigación expresa:
Se configuran excesivos mecanismos de centralización del poder que niegan la posibilidad de los territorios de autodeterminarse.
Las leyes contienen elementos que así como sirven para fortalecer procesos de dominación, también crean espacios de participación ciudadana en las que se pueden ejercer procesos de resistencia contra intereses supranacionales sobre los territorios.
Hay una elevada preocupación por las lógicas externas de producción de capital que dañan gravemente las dinámicas ecológicas del territorio.
El PCC no recibe connotaciones positivas y afectuosas. Solo manifiestan incomodidades con sus formas de elaboración y el impacto que ha tenido en el territorio. Se asume su declaración como una imposición que se acepta con cierta incomodidad, en la medida en que se cree que es la única posibilidad de conservar el territorio.
La noción de campesino surge como reivindicación del campesinado en tanto en los discursos institucionales, sociales, políticos y culturales se niega la condición campesina sabiendo que es el fundamento de lo que es hoy el territorio.
El turismo surge como la necesidad de hacer visible su incomodidad con el mismo, en tanto como imposición económica no garantiza el bienestar material de los habitantes del departamento.
Los movimientos sociales han hecho uso de los distintos mecanismos de participación ciudadana que ofrece tanto la ley como la constitución política, para alertar sobre los impactos en las dinámicas ecológicas; derechos de petición para solicitar información a empresas e instituciones estatales; cabildos abiertos; y declaratorias de conservación en las que se destacan el río Quindío y el valle del Cocora como sujeto de derechos.
A favor de la conservación ecológica del territorio los procesos de educación ambiental han conseguido consolidar una ciudadanía que por procesos formales y empíricos de educación ambiental han generado una consciencia de la crisis actual.
En el departamento es quizás evidente una consciencia sobre la importancia de la conservación ecológica, por lo menos en la medida en que aporta a la economía local, pero ello no se encuentra presente en los dirigentes políticos que al resaltar las bondades ecológicas en sus discursos distan mucho de sus prácticas y políticas.
En relación a la respuesta de los distintos actores territoriales sobre el turismo, han girado en poner la atención en lo peligroso que significa que un territorio se concentre solo en un renglón económico.
No hay nada de concertación y planeación del territorio cuando solo se ofrecen garantías de desarrollo a un solo sector.
Si bien el turismo trae una serie de efectos negativos en las dinámicas ecológicas, cierto grado de conservación del territorio se debe a la importancia del turismo en el departamento.
