Paradójico

En los últimos días, el centro de Armenia ha sido testigo de una serie de hurtos que, aunque no han alcanzado proporciones alarmantes, ponen en evidencia una paradoja inquietante: pese a que las cifras oficiales muestran una significativa reducción en la incidencia de este delito, la sensación de inseguridad persiste. La reciente captura de dos delincuentes, grabados en flagrancia por cámaras de seguridad, da cuenta tanto el éxito de las estrategias de vigilancia como las fallas estructurales en la percepción de seguridad pública. 

Uno de los incidentes más recientes tuvo lugar en un establecimiento ubicado en la avenida 19, donde un ladrón rompió la puerta de vidrio para llevarse un computador portátil, un celular y $180.000 en efectivo. Gracias a las imágenes de seguridad, la Policía Nacional logró capturarlo y recuperar los bienes sustraídos. En otro hecho, en el centro de la ciudad, un sujeto en condición de calle intentó robar una reja, siendo igualmente detenido gracias a la intervención de la comunidad y la policía. 

Estos episodios, que terminaron con la rápida acción policial y la recuperación de los objetos robados, son presentados por las autoridades como evidencia del éxito en la lucha contra el hurto. Además, Andrés Buitrago Moncaleano, secretario de Gobierno y Convivencia, destacó una reducción del 61 % en el hurto al comercio, con 116 casos reportados este año frente a los 300 del año pasado. Este logro, según Buitrago, se debe en gran parte a la colaboración con la Cámara de Comercio de Armenia y del Quindío, y a la instalación de numerosas cámaras de seguridad. 

Sin embargo, la reducción estadística no se traduce necesariamente en una percepción de mayor seguridad entre los ciudadanos. La comunidad sigue demandando mayor presencia policial y más acciones preventivas. Los residentes y comerciantes del sector afectado por robos, por ejemplo, expresaron su preocupación y pidieron mayor vigilancia nocturna. 

¿Por qué, entonces, pese a los avances reportados, la sensación de inseguridad no disminuye proporcionalmente? Parte de la respuesta podría residir en la visibilidad y frecuencia de los delitos que, aunque menos numerosos, siguen siendo suficientemente impactantes como para perpetuar la percepción de peligro. Los hurtos, especialmente aquellos cometidos con violencia o en sectores muy frecuentados, tienen un efecto desproporcionado en la tranquilidad ciudadana. 

 Además, la recurrente apelación a la comunidad para colaborar en la vigilancia y la denuncia de delitos refleja una dependencia excesiva en la autogestión de la seguridad. Si bien la cooperación ciudadana es crucial, no puede reemplazar la presencia constante y efectiva de las fuerzas del orden. 

La captura de delincuentes y la recuperación de bienes robados son logros importantes, pero la verdadera medida del éxito radica en lograr que cada ciudadano se sienta seguro en su entorno cotidiano.