La improvisación en el nuevo modelo tiene a los profesores deseando volver al antiguo operador.
Por años este medio de comunicación ha sido testigo de la lucha incesante de los maestros del Quindío por hacer cumplir el derecho a un servicio digno de salud. Con el anterior prestador, Cosmitet, los profesores sufrían por situaciones injustas como la falta de medicamentos -muchos de ellos esenciales para enfrentar enfermedades crónicas-, por la demora en la programación de citas con especialistas, por cirugías pospuestas sin motivos claros o, incluso, por situaciones operativas y locativas como filas interminables o hacinamiento en los puntos de atención.
Cada año en la agenda periodística se tenían previstas una o dos jornadas de protesta de los profesores en el sector del parque Fundadores donde, altavoz en mano, evidenciaban la crisis en que permanecían, a través de diferentes casos relatados por sus protagonistas.
Ante este panorama, el cambio del modelo de prestación del servicio de salud para los maestros, anunciado este año por el Gobierno nacional y acogido desde el 1 de mayo, representaba un hálito de esperanza de que, por fin, se superarían las trabas y se empezarían a ver retribuido adecuadamente el aporte de los recursos de cada maestro para este régimen especial.
Y es que sin duda la eliminación de los intermediarios para que la fiduciaria La Previsora, a través del consejo directivo del Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio, Fomag, administrara los recursos y contratara la red de prestadores se ajustaba, a lo que siempre lo solicitó el Suteq, una manera más eficiente de aprovechar los recursos, lo que, a la postre, se esperaba iba a redundar en un servicio de calidad.
Pero no ha sido así, aunque la Fiduprevisora ni siquiera ha completado el primer mes de operación, ya es evidente que improvisó y que la red de prestadores, al igual que en casi todo el país, no estaba preparada para atender los más de 11.000 usuarios que hay en el Quindío.
La situación es lamentable porque se están escuchando quejas muy similares a las que se oían con Cosmitet, nula entrega de medicamentos, demoras en las órdenes para exámenes diagnósticos, falta de agenda en citas de medicina especializada. Es decir, por lo menos, no solo no mejoró, sino que ahora el desconocimiento y la incertidumbre reinan entre los profesores, ya pocos saben cómo proceder.
Así que la protesta convocada para mañana por los sindicatos de los trabajadores de la educación de los tres departamentos del Eje Cafetero es más que justa, no solo porque lo que está en juego es el bienestar de los educadores: su salud física y mental y emocional, sino que debe marcarse un precedente de que cambiar por cambiar no es suficiente, sino que se requiere planificación y saber escuchar las advertencias a tiempo.
La Fiduprevisora y el Gobierno nacional deben responder a las necesidades de los docentes con soluciones rápidas y efectivas. Se deben revisar y fortalecer las redes de prestadores de servicios de salud, asegurando que estén verdaderamente capacitadas y listas para atender a los usuarios. La salud de los maestros no puede seguir siendo una promesa incumplida.
