Las imágenes de personas drogadas, deambulando como zombis en las calles de Estados Unidos, están cerca, muy cerca de poder empezarse a registrar en las vías públicas del país.
El fentanilo resulta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Tanto el farmacéutico como el fabricado ilícitamente son considerados opioides sintéticos. El medicado es usado en etapas posoperatorias cuando la persona refiere fuerte dolor y en pacientes terminales de cáncer. El fentanilo ilícito es el resultado de combinaciones con diferentes sustancias, entre ellas la xilacina, un poderoso sedante veterinario; la letal mezcla es comúnmente llamada droga zombi, de ahí que Estados Unidos haya declarado amenaza emergente el coctel formado por estas dos potentes sustancias. Se calcula que, en un año, más de 70.000 personas en Estados Unidos murieron por sobredosis de drogas mezcladas con fentanilo. Pero la amenaza no es solo en el país del norte, China y México aparecen en el listado de los mayores productores y África y Europa como grandes mercados.
De ahí la enorme preocupación por el reciente anuncio del fiscal general de la nación relacionado con la incautación en la localidad de Kennedy, suroccidente de Bogotá, de 163 ampolletas de fentanilo. Se enfrenta el país a un asunto ilegal transnacional. La droga tiene varias presentaciones: en polvo, líquida (aerosol nasal, gotas para los ojos, e incluso aplicado en forma de gotas sobre el papel y golosinas). Muchas personas, y esa es otra de las grandes preocupaciones, no advierten la presencia del fentanilo en las drogas que consumen. La perversión de los traficantes y distribuidores llega al punto de mezclar el opioide con otras drogas de menor costo que la cocaína y la heroína con el fin de hacerlas más adictivas, potentes y peligrosas, y, claro está, poderlas distribuir a un menor precio.
Hecha la incautación por parte de la Fiscalía General de la Nación, lo que tiene que seguir y de seguro ya las autoridades están trabajando en ello, es definir una ruta especial para combatir con eficiencia la ya innegable presencia del fentanilo ilícito en las calles, entornos escolares, bares y fiestas electrónicas del país. Este es un nuevo pulpo que se suma a la tan compleja tarea de combatir el narcotráfico de marihuana, cocaína y demás drogas sintéticas en Colombia. No se puede ver solo como un positivo de la Fiscalía la incautación del fentanilo en la localidad capitalina, esta es la prueba reina de que el destructor opioide ya se vende en el país. Para el gobierno nacional esta amenaza tiene que ser considerada como un asunto de interés nacional, con una ruta de atención particular y que se ocupe de todos los frentes: el policial, el judicial, el educativo, el preventivo y el sanitario.
El otro frente, tanto o más importante que el que deben montar las autoridades cuanto antes para plantarle cara a la circulación de fentanilo ilegal en las calles del país, tiene que correr por cuenta de los padres de familia, tutores, docentes, adultos responsables y autoridades locales. Cada vez las drogas están más cerca del día a día de los menores de edad, circulan dentro de las instituciones educativas y en sus alrededores, se venden en fiestas y en presentaciones difíciles de advertir por los padres de familia. A los mayores les corresponde estar muy atentos a los pasos que dan los menores, les obliga hoy más que nunca el diálogo y estar enterados de cada paso que da el niño, preadolescente, adolescente y joven. Las imágenes de personas de diferentes edades, esclavos del fentanilo mezclado con xilacina, deambulando como zombis en calles de Estados Unidos, exhibiendo tejidos necróticos, podrían, si se desestima el asunto, también ser advertidas en calles colombianas.
