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Historia / FEBRERO 18 DE 2024 / 2 meses antes

La Vieja, un río histórico y sagrado

Autor : Roberto Restrepo

La Vieja, un río histórico y sagrado

Balsaje. Foto de Hernando Alberto Gomez Londoño.

El río De La Vieja: historia, mitos y biodiversidad.

La Vieja, una de las corrientes fluviales más importantes de la región, también se nos muestra en sus varias facetas como un río sagrado. Los seis apartes del presente escrito lo colocan en la importancia de dos categorías. En la histórica, porque es el caudal que marca un hito poblacional desde el siglo XVI, cuando lo conocen los españoles del contacto. Aunque, durante largo tiempo, ese caudal entra en una especie de silencio del paisaje En lo sagrado, porque se ha tejido un modo de leyenda a partir de yacimientos arqueológicos de sus contornos. Y porque en una de sus márgenes se encuentra el bosque del Ocaso, un santuario que alberga fauna y biodiversidad, además de constituirse en un relicto que inspira respeto por la naturaleza.

1 -El río de La Vieja y el mito de la cuenca despoblada

Este río que se inserta en la historia de la región central de Colombia - y en la del Quindío en particular - tiene un nombre especial, por cuenta de los datos etnohistóricos, o sea los registrados  en la época reseñada por cronistas españoles, unos años después del contacto en el siglo XVI.

Pero su historia también entró - tiempo después de la invasión de estas tierras - en el vacío que la creencia popular le ha impreso a los territorios que otrora fueron ocupados por los pueblos amerindios.

Lo mismo pasó con el  gran territorio que fue poblado por antioqueños y otras hordas de colonos en el siglo XIX y es lo que se conoce como el “mito del bosque primario”. O sea, la creencia de “la existencia en América de bosques intocados por el hombre o perfectamente protegidos por los indígenas  precolombinos” y que sustentó una doctrina ecológica y la política conservacionista ortodoxa, pero que más bien pudo apoyarse en la subjetividad de los europeos. Lo que llevó a pensar que “antes que españoles y antioqueños, ya los quimbayas habían colonizado”(Julio Carrizosa Umaña, en  “El mito del bosque primario”, Revista Credencial Historia, Edición No. 33 de septiembre de 1992).

La predisposición histórica de pensar que el territorio colonizado en Quindío y lo que conforma el Eje Cafetero era un gran bosque, que se preparaba para ser desmontado por los colonos que llegaron en el siglo XIX, también se aplicó a la cuenca del río de La Vieja. Hoy se desconocen  los elementos que demuestren cómo esos parajes cercanos al rio pudieron ser ocupados y utilizados por pueblos indígenas antes de la conquista. Y tampoco se ha ahondado en la comprobación de poblamiento de dichos espacios por grupos étnicos en épocas recientes. Esto es, por los embera, probablemente a finales del siglo XIX y en las décadas posteriores de mediados del siglo XX.

En el Quindío, a partir de la creación del Cabildo Mayor Indígena en el año de 1996, se contó una versión interesante por parte de los líderes embera chamí. Ella se refiere a que las riberas del río De La Vieja, correspondientes a lo que hoy es Montenegro, fueron ocupadas por ellos antes de la colonización de estas tierras a finales del siglo XIX. Sustentaron, además, que el asentamiento del puerto de Samaria, en límites con Obando ( Valle del Cauca) también encierra parte de esa suposición histórica.

Esto último, que hace parte de los relatos que escuchamos de labios de algunos mayores embera chamí en el Quindío, es un capítulo que se debe desentrañar con la investigación documental o la recopilación de datos de la tradición oral.

2 - La leyenda de la etnohistoria

 Ha sido siempre de interés conocer porqué se llama “De La Vieja” a esta corriente hídrica de la región central de Colombia. Una de las incursiones de los españoles, realizada en 1536, al mando de Jorge Robledo, fue en territorio de la llamada Provincia Quimbaya, con uno de sus lugartenientes llamado el Capitán Miguel Muñoz ( o Miguel López Muñoz).

Este sanguinario soldado “siguió por la ribera oriental del río Cauca, hasta cuando llegaron a un río afluente en donde los españoles encontraron a una vieja de más de cien años, pero tan llena de oro fino, que parecía quería suplir con la hermosura de aquel metal lo que sus años le habían quitado”. Esta mención de los historiadores caldenses Albeiro Valencia Llano, Fabio Vélez Correa y Ángel María Ocampo Cardona, en su libro “Caldas, cacicazgos, invasión y tragedia (Academia Caldense de Historia, Colección “Obras históricas” No. 16, Matiz Taller Editorial, Manizales, 2021), es la referencia al descubrimiento de ese río, uno de  los principales afluentes del río Cauca.

Los autores de la obra siguen así su mención, en las páginas 276 y 277:

“...De allí los españoles llamaron río de La Vieja al bello río en cuya margen está situada la ciudad de Cartago. La abundancia de joyas hicieron pensar a los españoles que la vieja indígena era sin duda una cacica de un lugar cercano. Así expresó el cronista beneficiado Juan de Castellanos en su obra “Elegía de Varones Ilustres de Indias”:

“A la parte caminan del oriente

Donde su voluntad les aconseja,

Y el Capitán Miguel Muñoz con gente

Al río que llamaron de la Vieja,

Por una con quien dieron de repente

Llena de espesas rugas la pelleja,

Pero con tantas joyas su persona

Como si fuera moza fanfarrona”.

Además de esta primera de tres estrofas ( Canto Cuarto, Tercera Parte) de la Elegía a don Sebastián de Belalcázar, hay que anotar que, sobre el mismo hecho, otro cronista, Fray Pedro Simón, también escribió en prosa, de la cual extraigo las últimas líneas:

“... estaba tan cargada con  orejeras, collares, manillas y una muy ancha cinta de oro, vestido con que ceñía por la cintura sus arrugadas y curtidas carnes, con más defensa que la del pellejo, que pesaba todo más de seiscientos ducados. De que la desocupó un soldado llamado Miguel Muñoz, no haciendo la vieja buena resistencia, antes parecía holgarse de que la descargasen  ya de aquel pesado metal, dejándole por paga puesto al río el nombre de su edad, de allí pasaron hasta el sitio donde después se pobló la villa de Anserma y de allí volvieron a la provincia de los indios gorrones...”

La anterior transcripción de la obra del fraile español, titulada “Noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las Indias Occidentales”, junto con los fragmentos en rima de Juan de Castellanos, dieron vida a esa narración legendaria sobre el río histórico, que se convirtió después en sitio de traslado de muchos indígenas, los cuales murieron por la feracidad del clima, ya que provenían de otros lugares de tierra fría o templada.

3 - Descripción del siglo XIX

Uno de los viajeros que recorrió el Camino del Quindío, hacia el sur en dirección a la actual población de Cartago, fue Isaac F. Holton, un profesor  de Química y de Historia Natural en Nueva York. Este caminante y cronista menciona al río de La Vieja en su obra titulada “La Nueva Granada: veinte meses en los Andes” (Traducción de Ángela López, Publicaciones Banco de la República, Bogotá, 1981).La Academia Caldense de Historia, en su libro “Viajeros por el Antiguo Caldas” - en una nutrida compilación - así transcribe una parte del relato de Holton, en el capítulo que el  norteamericano había titulado “Cruzando las montañas del Quindío”. Se refiere allí a una de las ocupaciones de los pobladores, la del barquero, por él vista a principios de la década de 1850:

“Más abajo de la desembocadura del Quindío en el río de La Vieja, se cruza este último en Piedra de Moler. Cada uno de nosotros pagó un impuesto de 80 centavos a la provincia del Cauca. En realidad no es peaje porque el gobierno de esta no lo invierte en carreteras. Con la excepción de un pedazo de territorio al occidente del Cauca, donde la vía que va a lo largo del río pertenece a la provincia, el resto de los caminos son nacionales y muy rara vez la provincia o la nación gastan algo en su mantenimiento. En nueve meses que permanecí en el Cauca solo recuerdo haber visto construir un puente peatonal y nunca vi que se invirtiera ningún dinero o se trabajara en el sostenimiento de camino. Esta vez no nos demoramos mucho en el paso del río. Nos detuvimos un momento a ver cruzar las bestias a nado, cosa que es muy interesante, y fuimos luego a la casa del barquero, donde comimos huevos y plátanos asados antes de continuar el camino, dejando que el equipaje nos siguiera en dos tandas. Había escampado pero amenazaba lluvia, así que consideré prudente conservar mis instrumentos de defensa contra el mal tiempo. Solo nos restaba subir y bajar una loma inmensa, porque Cartago queda a orillas del río La Vieja”.

4 - El sendero del sol y las “tumbas de cancel”

El río De La Vieja evoca otro capítulo interesante, que se muestra con sutileza e ingresa al campo de la arqueología. Se refiere a las estructuras líticas o “tumbas de cancel”. Desde la parte alta de Salento, en las  planicies y pequeñas mesetas del cerro Morrogacho, estas evidencias arqueológicas    miran al valle de Cocora, por donde corren las aguas del río Quindío. Esta corriente, más adelante, junta sus aguas con las del río Barragán y es en esa confluencia  donde empieza a llamarse a  la crecida corriente como el río De La Vieja.

En la población de Quimbaya, un descubrimiento arqueológico sucedido en el año 2000, dejó al descubierto otro conjunto de “tumbas de cancel”, en el sitio que hoy ocupa el plantel educativo Instituto Quimbaya.

La orientación de las lajas de piedra - dispuestas de oriente a occidente y el posible origen de esos pesados bloques - que se cree fueron trasladados desde lo alto de la cordillera -han dado vida al sentido mitológico que alimenta otra creencia. Que los vestigios se ubican en el trazo de un “sendero del sol”. Lo que ha generado las versiones enlazadas con el río De La Vieja, cuyas aguas también provienen de otros afluentes de la montaña, para desembocar en el Cauca con su carga de historias y relatos cosmogónicos.

5 - Un poblado colonizado y un bosque sagrado

En el panorama actual del río De La Vieja aparecen dos sitios. El primero, la vereda Puerto Alejandría, el punto de embarque en el municipio de Quimbaya. Y, aguas arriba, en la margen izquierda del río, se ingresa al ámbito del bosque del Ocaso.

¿Qué sería de un río sin destacar sus núcleos habitacionales ribereños? 

La respuesta a este interrogante se ha colmado con el trabajo adelantado por un incansable gestor cultural de Quimbaya, su bibliotecario Hernando Alberto Gómez Londoño. En sus dos obras publicadas, “Puerto Alejandría, un río, una comunidad, una cultura” (2019) y “Sabores y saberes de Puerto Alejandría” (2021), ha resaltado el valor patrimonial del puerto y ha estimulado en sus habitantes, y en los quindianos en general, “el arraigo por lo nuestro y profundizar en las costumbres, la identidad y todos aquellos elementos generadores de productividad y progreso”.

El otro sitio es la máxima expresión de la biodiversidad boscosa, donde el silencio impera y donde solo los monos aulladores retumban con sus sonidos en el ambiente soberbio de la naturaleza. De ahí que, como el río que lo bordea, es también un sitio sagrado. Según la opinión del biólogo Carlos Alberto Agudelo Henao, “en la reserva natural La Montaña del Ocaso no debe ser desarrollada la actividad turística, pues eso reñiría con la investigación que tan acuciosamente realiza la Universidad del Quindío en este espacio vital que es un reservorio de nuestro departamento para el Patrimonio Natural de la Humanidad” (En: “Nuestro Patrimonio Quindiano”, Periódico La Tarde del Quindío, mayo 12 de 2001).

En consonancia con los valores de los habitantes  de Puerto Alejandría, con la historia del río y el carácter ambiental del bosque El Ocaso, otro colectivo cultural de Quimbaya, la Fundación Carteros de la Noche, ha venido trabajando desde 2023 en la resignificación de rincones y murales del puerto para que se dé un diálogo e intervención artística, contando con la participación de sus pobladores.

6 - Otro secreto: las entrañas paleontológicas

En Puerto Alejandría se viven  momentos con intensidad, además de los oficios areneros y los derivados de la actividad turística del balsaje en el río. Así como el disfrute de un ambiente tranquilo, en medio del calor y el silencio. Con mucha frecuencia se encuentran los trozos de piedra más antiguos de la geología. Son los fósiles.

Como si no bastara con los tesoros del ambiente natural o con el reconocimiento de la fauna acuática - las nutrias, por ejemplo - y el avistamiento de aves, otros disfrutes se gozan. Se trata de la contemplación de los corpulentos árboles en las riberas del curso navegable del río y la escucha de los relatos generados por el hallazgo paulatino de trozos de árboles fosilizados, por parte de sus habitantes. Muchos ignoran que se trata de los xilópalos, evidencias de un pasado muy remoto - de millones de años - que la tierra antigua de esta porción de geografía ya está dejando descubrir a través de tales vestigios.

Pero, como ocurre con el saqueo de los bienes arqueológicos y con la explotación de nuestros recursos naturales, el tesoro paleontológico de Puerto Alejandría se expone a la expoliación de tan valiosas rocas, testimonios que también son otro Patrimonio de la Humanidad.


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